Granada siempre enamora a quien de su apacibilidad disfruta y el embrujo de la Alhambra deja una huella imborrable desde su posición firme y esbelta en la colina. La Alhambra, ese conjunto de fortalezas, antiguos palacios y jardines, levantado sobre una colina de la mítica Granada, fue concebido para alojar al emir y la corte del reino Nazarí. Los nazaríes la llamaron Alhamar en honor al fundador de la dinastía que reinó en Granada, Muhammed Alhamar y que se cree que fue quien empezó a construir la Alhambra en el 1238 sobre un fortín ya existente.
La Alhambra está ubicada en una posición estratégica, como lo muestra el hecho de que antes de la conquista musulmana de España ya existía allí una construcción que luego, a partir del siglo IX, se utilizaría como refugio de unos y otros en las luchas civiles que se daban en el Califato cordobés. Las obras de construcción, y demoliciones, de la Alhambra, continuaron a lo largo de toda la dinastía nazarí musulmana que reinó en Granada desde el XIII al XV (1238-1492) con el hijo del iniciador, Muhammed II y los sucesores de este. Tras la reconquista de Granada por Isabel I de Castilla y en 1527, Carlos I de España y V de Alemania ordenó construir en la misma colina, junto a la Alhambra, el mal llamado Palacio de Carlos V (entiendo que, en todo caso, debería llamarse de Carlos I, nombre español del monarca y construido con dinero de la Corona de Castilla), de estilo renacentista y para disfrutar de sus maravillas intrínsecas y panorámicas.
El punto de partida para la formación del antiguo reino nazarí de Granada sería el levantamiento en Arjona del noble andalusí Muhammad Ben Yusuf Ben Nasr (lbn Alhamar), quien al frente de sus huestes tomó Granada en 1238 y la convirtió en capital del reino hasta 1492 que fue tomada por los reyes de Castilla. Momento este en el que, según cuenta la leyenda, se dieron las palabras de la sultana Aixa, a su hijo Boabdil cuando, camino del exilio, dejaban atrás Granada y su imponente Alhambra: “Llora como un niño lo que no supiste defender como un hombre”.
Granada se extiende sobre una planicie rodeada de montañas, de ahí el carácter estratégico de la colina de la Alhambra. La ciudad se enmascara entre olivos, pinos, naranjos y espectaculares puestas de sol, enamorando a lugareños, visitantes y hasta presidentes como Bill Clinton, quien prometió volvería con su amada y, así lo hizo, acompañado de Hilary. La Alhambra de Granada es uno de los conjuntos monumentales más visitado de España, con unos tres millones de visitantes por año, declarado Patrimonio de la Humanidad, es un monumento singular que resume la esencia de Andalucía y sus montañas pobladas de olivos.
A la Alhambra se la conoce, fundamentalmente, por la Casa Real, pero lo esencial es su aspecto de "ciudadela", tal y como lo describiera en el siglo XIV el poeta granadino Ibn Al-Jatib "como otra ciudad elevándose sobre la rica y populosa Granada". Se creó la ciudadela de la Alhambra, como residencia palatina, con una intensa vida cortesana y militar. La Alhambra es el único palacio medieval musulmán que ha llegado prácticamente entero a nuestros días, gracias a que siempre ha seguido viviendo porque siempre fue amada.
Frente a la Alhambra el Albaicín, esparramado sobre otra colina, con sus empinadas y estrechas calles que te transportan a tiempos del pasado, lejanos, envueltos en el silencio y el susurro poético de cuantos versos fueron emitidos por enamorados anónimos y por ilustres como Borges, Nizar Qabaani, Whasington Irving, el poeta granadino Federico García Lorca o el gran Antonio Machado con su poema “La muerte fue en Granada” escrito al conocer la noticia del asesinato de García Lorca. Versos inspirados y a la vez atrapados por el discurrir del agua en las fuentes o cascadas, el verdor de los jardines o los muros de la Alhambra. Huellas y testimonios de un pasado que nos habla y nos interpela sobre lo que somos y hacia dónde vamos.
Granada, que siempre enamora, ha enamorado en estos últimos días a casi medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, con sus respectivas delegaciones, que han asistido a la cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE) y del Consejo Europeo en la capital granadina. El lugar elegido para la ocasión no podía ser más apropiado y singular: el Palacio de Carlos V, en la colina de la Alhambra. La ya conocida como Cumbre de Granada, realizada durante la Presidencia Española de la Unión Europea, ha metido a Granada en el club de las ciudades fundamentales en la construcción de la historia europea, como Versalles, París, Lisboa, Niza, Kiev, Berlín o Madrid.
Granada ha sido el punto neurálgico de la construcción del continente para las próximas décadas, teñidas por las características de un mundo cambiante y lleno de retos inmensurables. Las fuerzas políticas reunidas en la ciudad nazarí tenían como misión sentar las bases del futuro de Europa, incluyendo no solo a la Unión Europea, también a quienes la rodean.
Si Europa quiere ser competitiva necesita un plan, una hoja de ruta que le permita competir con China y con Rusia, así como fortalecerse en sus alianzas con Estados Unidos. Los tiempos de las dependencias han de terminar y esta III Cumbre de la Comunidad Política Europea, ha abordado tres mesas redondas con sus respectivos líderes: una sobre digitalización e Inteligencia Artificial, otra sobre energía y medioambiente y otra sobre multilateralismo y geoestratégica. Además del tema de la emigración y de encuentros bilaterales a demanda de los jefes de Estado y de Gobierno y un espacio reservado para el Consejo Europeo informal.
En palabras del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, “La cumbre de Granada es el punto de partida en la ampliación de la UE”. Pero el camino será largo y lento. En la cabeza de casi todos planea la fecha del 2030, aunque para algunos se antoja necesaria pero imposible. La Declaración de Granada emitida al final de la Cumbre no tiene todo el brillo deseado y emitido por la ciudad en la que se ha celebrado, debido a la ausencia de mención alguna a la emigración impuesta por Hungría y Polonia, pero también en eso se ha dado algún paso adelante. Todo un éxito de Granada, de la Alhambra y de la Cumbre.
Parece propicio se hubiera escuchado en la Cumbre de Granada el Himno a la Alegría, interpretado por su autor, el granadino Miguel Ríos, escuchémoslo:
https://www.youtube.com/watch?v=cVOfdmygGM8
Aguadero@acta.es
© Francisco Aguadero Fernández, 6 de octubre de 2023