“Ahora tienes que echar 7 u 8 horas todos los días para tener controlados a los animales, estamos desesperados", asegura
"Lo único que pido es que alguien nos haga caso por favor”. Con este grito que suena a desesperación y rabia a partes iguales se muestra María Teresa Hernández Pérez, una joven ganadera vinculada a la comarca de Peñaranda y que tiene dos explotaciones de vacas en territorio abulense, concretamente en las cercanas localidades de Mancera de Arriba y Blascomillán, municipio este último del que además es su alcaldesa, y que vive con gran preocupación el imparable avance de la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica, que también en esta zona está siendo mortal en una alarmante proporción.
Teresa cuenta hoy con medio centenar de vacas y cerca de la mitad ya se encuentran infectadas por la EHE, recordando cómo “fue hace dos meses cuando vi que un toro y una vaca tenían el morro rojo y los ojos saltones. El toro presentaba además heridas en las pezuñas y se quedó muy delgado, por lo que le llevé al cepo y empezamos a tratarle. Hoy el animal ha mejorado pero está muy afectado, no sé si me va a servir como semental o tendré que comprar otro”. Una situación que servía como fatal augurio de lo que estaba por venir ya que, tal y como cuenta, “hasta ahora he perdido cuatro vacas, dos terneros, dos abortos y lo que no viera. A esto tendremos que sumar los abortos que me aparezcan dentro de seis o siete meses cuando tienen que parir y no lo hagan, es desesperante. Tengo 23 animales infectados y es una situación de verdadera intranquilidad”.
Un oscuro panorama que parece no tener un horizonte claro ni una respuesta segura porque, tal y como apunta Teresa, “la Administración parece estar cruzada de brazos y no hace nada, no nos saben decir nada, dijeron que es del mosquito pero ahora se oye que puede ser de otra cosa. No sabemos algo claro, en definitiva. A nivel particular estoy realizando un registro todas las semanas de todos los animales, tanto los sanos como los enfermos, los que van muriendo y los abortos. Es una medida que estoy llevando a cabo yo porque creo que es la mejor manera de tener un control exhaustivo de la realidad que estoy viviendo”.
“La situación es desesperante, ahora tienes que echar 7 u 8 horas todos los días para tener controlados a los animales porque tenemos que ir por la mañana y por la tarde para alimentarlos o pincharlos, es mucho más el tiempo que tenemos que dedicarlo, a lo que tenemos que añadir las pérdidas económicas que estamos viviendo, tanto en las ventas como en los costes de los tratamientos veterinarios que estamos teniendo que aplicar para evitar las muertes y el avance de la infección”, asegura esta ganadera, quién además reconoce el destacado papel que están desempeñando los veterinarios desde que comenzaran a saltar todas las alertas por la aparición de una enfermedad, que ya se empieza a considerar pandemia. “Gracias a los veterinarios tenemos un mayor apoyo ya que, a falta de respuestas de la administración, da igual la autonómica que a nivel nacional, son ellos los que están ayudando al ganadero a tratar la situación y controlarlo en la medida de lo posible. Hoy sabemos que no hay vacuna, al menos a nivel oficial. Se oyen cosas sobre posibles tratamientos fuera pero nada concreto”.
Teresa no esconde su emoción al preguntar sobre cómo ve su posible futuro ganadero, algo que contesta rotunda afirmando que “me estoy planteando tener que dejarlo, y es algo que me da una pena enorme. Soy ganadera desde la cuna, siempre hubo vacas en casa. Tengo mi carrera pero desde muy pequeña supe que me iba a venir a un pueblo y tener una ganadería, pero con esta situación te planteas lo que estás haciendo seriamente ya que solo veo trabajo y no saco producción” y añade que “siento verdadera impotencia porque no puedo hacer nada para evitar que las vacas se infecten y que nadie nos dé una solución o echarnos una mano de alguna manera”.
Una realidad ejemplarizada en ella, pero que se está vivien do a pie de campo cada día, con un continuado goteo de bajas en las explotaciones, a lo que se suman las cuantiosas pérdidas y las actuales subidas de precios en todos los productos ganaderos, que hacen que profesionales como Teresa se planten. “Lo digo rotundamente: que la Junta, que los gobiernos se pongan las pilas y hagan algo. Esto no es política, es un problema real y no puntual, ya que los contagios están extendidos por toda España. Las vacas siguen muriendo y los ganaderos siguen sin un mísero apoyo ni disponen de un tratamiento con el que se pueda tratar a los infectados, o al menos el compromiso de que se trabaje para conseguirlo”.