No puedo yo vivir sin tu presencia
al lado de la mía de ordinario
atenta, diligente, descubierta
al culto de mi trato confidente.
Al cabo de los años uno es esto
y no ninguna cosa diferente
que escape al cultivo recogido
del huerto espiritual del bienamado.
Ahora, sin embargo, esta vida
te suelta de la mano y te pierde
allá donde no alcanza la mirada.
Mas yo no me sujeto a su criterio
aquí en este trance sin salida
que dejo para ir a tu morada.