Esta semana más de ocho millones de alumnos han empezado un nuevo curso escolar. Así, las aulas de los colegios de toda España han recobrado la vida tras las vacaciones de verano. Nuevamente se han llenado de niñas y niños, aunque cada vez son menos. En las etapas de segundo ciclo de infantil (3-5 años) y de primaria (6-12) a las que me estoy refiriendo, hay unos 300.000 alumnos menos que hace cinco años.
Aunque parezca una repetición y hasta una cierta monotonía, cada inicio de curso requiere de muchos esfuerzos, retos y peculiaridades. Esfuerzos y retos que afectan a toda la comunidad educativa: administraciones públicas, profesores, padres y alumnos. Peculiaridades que con frecuencia vienen dadas por corrientes educativas, tendencias sociales o realidades demográficas que condicionan la dinámica y la vida en la aulas.
La caida de la natalidad, sostenida a lo largo de los últimos años, que ha traído como consecuencia el descenso referido del alumnado en las etapas de Infantil y Primaria, extenderá su proyección a la etapa de Secundaria obligatoria. Un vacío cubierto, en parte, por el crecimiento sostenido en los últimos cinco años del alumnado de procedencia extranjera que se está aproximando al millón de alumnos. Con su llegada, han evitado un mayor número de cierre de escuelas, debido al desplome del alumnado propio del país y han enriquecido la diversidad de las aulas y los patios.
Paralelamente al descenso demográfico se está dando un gran incremento de la matriculación de niños y niñas en el primer ciclo de la educación infantil. Casi la mitad de los niños de 0 a 2 años que hay, están matriculados. Una etapa que, desde hace años, los expertos consideran clave para el desarrollo de la personalidad y capacidades del ser humano a corto, medio y largo plazo, además de la socialización del niño y de favorecer la conciliación de los padres.
Otro de los grandes cambios que se viene produciendo en el sistema educativo español es el crecimiento de alumnos en la educación secundaria postobligatoria. Se da la paradoja de que se estabiliza e incluso pierde un 0,4% (2.790 alumnos menos respecto del curso anterior) en el Bachillerato, mientras continúa creciendo de forma intensa en la Formación Profesional que, en sus tres niveles de básica, media y superior, sobrepasó el millón de alumnos el curso pasado.
Son muchos cambios inducidos por la demografía y la sociología de la educación que traen nuevos retos para el curso 2023-2024 en el que se seguirá desplegando la Ley Orgánica por la que se Modifica la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE), Ley educativa promulgada en el 2020 (más conocida como ley Celaá). Este nuevo curso pondrá el broche final a esta reforma educativa, hecha con el objetivo de establecer un cambio de paradigma: una forma de aprender y formarse menos memorística y mucho más práctica, basada en la adquisición de competencias. La LOMLOE verá culminado su desarrollo durante este curso, casi tres años después de su aprobación en las Cortes Generales, con una excepción: la nueva selectividad que contempla y cuya reforma se ha aplazado sin una nueva fecha para abordarla.
El inicio de un nuevo curso escolar trae consigo la revisión de la plantilla de maestros y profesores. En España se registraron en el curso 2021-2022 un total de 759.184 profesores. Según que estén contratados en una comunidad autónoma o en otra y dependiendo de que el centro sea público o concertado, el salario de los docentes puede variar, pero un punto de referencia pueden ser los 1.500 euros al mes o 1.700 para los profesores de Secundaria y para una jornada completa, luego puede haber otros complementos. Si bien y según las necesidades de los centros, estos contemplan tanto la jornada completa como la parcial o de sustitución.
Una compensación claramente insuficiente la de los docentes, dada la extrema importancia que esta profesión tiene para las personas y para la sociedad, por su aportación a las futuras generaciones, al país y al mundo. La sociedad en su conjunto y particularmente las administraciones públicas, habrán de hacer una reflexión y tomar decisiones sobre qué tipo de maestros queremos y como revitalizar la profesión tanto en lo económico como en reconocimiento social, porque nunca se sabe hasta dónde pueden llegar las enseñanzas de un maestro.
El dinero empleado en educación siempre es bien invertido, pero la vuelta al cole suele ser un gran reto para las familias en el plano económico. Este año, agravado por la inflación, es la vuelta al cole más cara de la historia. El precio del material escolar de este curso es casi un 30% más caro que hace dos años, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) quien estima un gasto en torno a 500 euros por niño, siendo los libros de texto los que más suben. Es una de las temidas cuestas del año para las familias, a pesar de que la educación es un derecho, cuyo ejercicio sienta las bases de nuestra personalidad, contribuye a la configuración de nuestro carácter, define el modo en el que miramos nuestro entorno, afrontamos la vida en el mundo y, sobre todo, es la esperanza de un futuro, de nuestro futuro.
El curso académico no ha hecho más que empezar, quedan muchos interrogantes por delante tales como: ¿Qué pasará con los miles de profesores que aún habiendo aprobado la oposición no tienen plaza, ni siquiera como sustitutos?, ¿ante la caida del número de alumnos se cerrarán los colegios?, ¿primarán los recortes presupuestarios?, ¿se dará, realmente, un salto positivo en la calidad de la enseñanza?...Ya veremos. De lo que sí estamos seguros es que siguen pendientes grandes transformaciones en la educación española que necesitan de un consenso, seguiremos hablando de ello.
Escuchemos a PARCHÍS en el "Twist del colegio" :
https://www.youtube.com/watch?v=7rVDtnVHPhs&t=4s
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© Francisco Aguadero Fernández, 8 de septiembre de 2023