OPINIóN
Actualizado 04/09/2023 10:50:39
Charo Alonso

Niños y bestias/no quieren fiestas. Requieren del cuidado y del alimento, requieren de la atención constante y del horario que se hace enloquecido con el sol del verano y se revuelve, rebelde, aunque necesitado de rutinas, con el final de agosto y el septiembre de cielos encapotados. Es la vuelta a la noria de lo eterno, el deseo de certezas y de tiempos.

Tienen los niños deseo de escuela, nostalgia de viruta de lápiz, de libro nuevo recién forrado, de cartera sacada del armario donde se guardó a toda prisa sin lavar, deseando el tiempo que se prometía eterno de las vacaciones de verano. Hemos olvidado los mayores la llave del despacho, la contraseña del correo corporativo y hasta los rostros que nos acompañan, aún sorprendidos del madrugón, mientras los niños apuran los últimos días de un otoño que se impone, cama calentita lejos del sofoco del verano que no nos deja dormir, chaqueta que se agradece mientras los que amamos el sol pensamos en la redondez del membrillo, en el agua azul del milagro contenido entre las paredes de la piscina.

Tienen al otro lado de la red los racimos, una cualidad de dulce que contienen la luz y la tarde que se pone más allá de las tierras sin arar, del espigadero tan seco que cruje a nuestros pasos. Todo parece arder sin fuego, desear la yesca del atardecer… y sin embargo, un frescor nuevo riza la superficie del río, cae la luz mucho antes y a las siete de la mañana, cuando aún guarda el muro el calor del día, todavía no asoma la mañana laboriosa de despertador y rutina renovada. Es septiembre con su suavidad de paso, de paso preparado para el ocre, para el inicio, el cambio, la luz que madura, el fruto que se amontona, el vino que se transparenta a través de la uva. Es septiembre con su calidez, su esperanza, su paso inexorable hacia el invierno largo, prometiéndonos el otoño las setas y las humedades, los paseos y los dorados de árboles que ya perdieron su hoja enloquecidos por el calor y la sequía de un verano incruento. En un mundo de incertidumbres, de falta de asideros, septiembre es la constatación de aquello que no hace mudanza en la costumbre, el paso inevitable de los tiempos, la caída de la hoja y de las horas en atardeceres sangrientos. En un momento en el que todo es efímero e incierto, septiembre aparece con la seguridad de los inicios inevitables, con la certeza de lo eterno, y le abrimos la puerta, confiados, bienvenido, bienvenido seas por todo ello.

Charo Alonso.

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Niños y bestias