OPINIóN
Actualizado 04/09/2023 08:27:00
María Jesús Sánchez Oliva

No seré yo quien esté en contra de las fiestas. ¿Qué sería de un país sin fiestas? Pero hay fiestas que más bien deberían llamarse guerras aunque no causen muertos.

La fiesta de la Tomatina

El último miércoles de agosto, tras cerrarse el paréntesis de la pandemia, en la localidad valenciana de Buñol, ha vuelto a celebrarse la llamada fiesta de la Tomatina. El evento consiste en liarse a tomatazos unos con otros, con lo que tiene más de gamberrada que de entretenimiento, de juerga y de diversión. Y por extraño que parezca cuenta con todas las bendiciones oficiales.

Fiesta de Interés Turístico Internacional

Se entiende que los Sanfermines de Pamplona, los Carnavales de Tenerife, las Fallas de Valencia, la Feria de Sevilla entre otras no menos importantes sean declaradas Fiestas de Interés Turístico Internacional. Son millones de ciudadanos extranjeros que, bien como espectadores, bien como participantes, se desplazan cada año a nuestro país para disfrutar de ellas, y en no pocos casos, vuelven sin que los llamen. Pero cuesta creer que sean tantos los que vengan a dar o a recibir tomatazos en Buñol como para merecer tal título.

Con las cosas de comer no se juega

No sé los litros de agua que se derrocharán en este evento, pero más que miles, serán millones. Además de limpiar las calles a conciencia, los participantes tendrán que ducharse sin prisa y olvidarse de escatimar agua para adecentar el baño, lavar la ropa y acabar con las chorloteras de tomate que vayan dejando. ¿Cómo es posible que mientras que nos piden que ahorremos agua por la ausencia de lluvias se permitan estos despilfarros? Porque el decir que no se trata de agua potable, no justifica a nadie, el agua no se necesita solamente para beber. Y qué decir de los tomates. He leído en un periódico que este año, y es de los que menos, se han tirado 135 toneladas. Casi me da algo. En un momento en el que todos los políticos dicen ser conscientes de las dificultades que tienen muchas familias para llegar a fin de mes, en un momento en el que no son pocos los ciudadanos que se quejan de la escandalosa subida de los productos más básicos, se tiran toneladas de tomates, un alimento que se consume a diario en la mayoría de las casas, y no pasa absolutamente nada. Pero aunque no fuera esta la situación y todos pudiéramos hacer la compra sin mirar los precios, personalmente lo tengo claro: en lo que haya una sola familia que pase hambre, tanto en nuestro país como fuera de él,con las cosas de comer no se juega.

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