OPINIóN
Actualizado 01/09/2023 13:14:58
Julio Fernández

La moción de censura que Pedro Sánchez promovió y ganó en 2018 al presidente del gobierno, del PP, M. Rajoy, como consecuencia de los casos de corrupción de esta formación política conocidos y juzgados –sabemos que éstos son sólo la punta del iceberg de lo que presumiblemente han cometido los inquilinos de Génova 13- fue un acto de valentía política sin precedentes en la reciente historia de España y que sentaría las bases de un gobierno, primero sin mayoría parlamentaria -nada menos que desde junio de 2018 hasta enero de 2020- y después -con una mayoría muy escasa-, hasta nuestros días, producto de las elecciones generales de noviembre de 2019.

Fruto de esa valentía de Pedro Sánchez, la oposición política –integrista, reaccionaria y cerril- compuesta por tres formaciones: PP, Ciudadanos y Vox, se conjuró para quitarle la pelota al presidente –permítaseme la metáfora futbolística- incluyendo el juego sucio –con zancadillas y rompiéndole las piernas si fuera preciso- entre los medios utilizados para conseguirlo; una postura muy maquiavélica que siempre ha identificado a los sectores políticos conservadores españoles desde el origen de los tiempos. Los mantras de que “hay que derogar el Sanchismo” y del “que te vote Txapote” lo han repetido hasta la saciedad desde presidentes autonómicos como Ayuso –principal inspiradora del lema- hasta los nuevos cachorros de la derecha hispana, incluso en presencia del Papa de Roma, como ha ocurrido con algunos jóvenes españoles que han acudido a la Jornada Mundial de la Juventud de la Iglesia Católica celebrada recientemente en Lisboa.

Y esa crispación política, ese enconamiento y odio hacia Pedro Sánchez lo manifestaron de forma reiterada los ya jubilados por incapacidad permanente –a pesar de su corta edad- Albert Rivera, Inés Arrimadas, Pablo Casado o el malabarista ideológico Toni Cantó. También algunos presidentes autonómicos como Ayuso, Mañueco o Moreno Bonilla, que ahora defienden que gobierne Feijóo, por ser la lista más votada, cuando ellos accedieron al poder en sus respectivas comunidades habiendo sido perdedores en las urnas. Y, por supuesto, el candidato a presidente de gobierno, Feijóo, sucesor de Casado, quién lleva más de un año proclamando a los cuatro vientos que va a derogar el Sanchismo, falseando y manipulando la realidad y engañando, a sabiendas, a la opinión pública.

Estas algaradas de Feijóo contra Pedro Sánchez, convertidas en promesas electorales a los ciudadanos en la campaña de las elecciones generales del 23J, resultan, a juzgar por el comportamiento posterior de Feijóo, una falacia, un engaño manifiesto a la ciudadanía que le ha dado su apoyo, dado que si prometía derogar el Sanchismo, no parece muy lógico que quiera pactar con el propio “Sanchismo”, con el PSOE, para la formación de gobierno en el que Feijóo sea presidente, es decir, para que el PSOE apoye su investidura.

Pero la incongruencia de Feijóo es aún mayor si analizamos los pactos que ha propuesto al PSOE. Es de chiste, fantasmagórico y delirante que proponga una ardiente defensa de la Carta Magna y de regeneración democrática cuando el PP lleva bloqueando la renovación del Consejo General del Poder Judicial desde hace 1.730 días, es decir, desde hace casi 5 años. El asunto es aún más grave y tiene una repercusión internacional que en nada beneficia a nuestro país, porque la Comisión Europea lleva exigiendo a España esa renovación de forma urgente. A su vez, Feijóo plantea un pacto por las familias, mientras que han recurrido al TC la normativa aprobada por el gobierno de Sánchez que amplía los permisos de paternidad; propone otro pacto para fortalecer el estado autonómico y, en cambio, el PP está gobernando en varias CCAA con Vox, que pretende suprimir las autonomías. Igualmente, propone otro pacto por el agua y luego, como sabemos, aprueba regadíos y quiere legalizar muchos que hay ilegales en zonas protegidas en grave riesgo por la sequía, como en Doñana. Feijóo, también propone otro pacto, por el Estado del Bienestar, cuando el PP está promoviendo la privatización de la sanidad, de los servicios sociales y de la educación, allí donde gobiernan. Hay muchísimos ancianos en nuestra región Castellano y Leonesa que llevan esperando más de 1 año para recibir los servicios vitales de la teleasistencia o de la ayuda a domicilio y tienen que acudir a empresas privadas -costeándoselo ellos mismos o sus hijos- para que les presten estos servicios que deberían ser públicos.

Feijóo, además de incongruencia, está sometido al yugo de quién realmente “manda” en el PP, que no es otra que la presidenta madrileña, Ayuso. En un acto ante cargos públicos y simpatizantes del PP en Collado Villalba, Madrid, la presidenta ha afeado públicamente a Feijóo que se haya reunido con Pedro Sánchez y le ha acusado de “bisoñez” y de comportamiento “naif” o ingenuo. Probablemente y en no demasiado tiempo, Ayuso se sentará en el Congreso de los Diputados como líder de la oposición, de la mano de Abascal. Por cierto, llevaba mucho tiempo calladito el líder de Vox y ha salido públicamente a declararse defensor de Rubiales y en una línea argumental parecida a la de Ayuso, que en ese acto de Collado Villalba comenzó a proferir palabras y frases insultantes e inconexas en relación al “caso Rubiales”, del estilo de las siguientes: “todo se politiza y se criminaliza la vida normal y se normaliza el crimen. Hay una inversión de valores total. Un filete, un piropo, la letra de una canción, tu coche, ser hombre, criticar al gobierno, tener un patrimonio, pensar diferente, es un crimen”. Con esta indigente oratoria y sus esperpénticas expresiones, sobran las palabras. Ha dejado claro Ayuso que, según ella, el apoyo que han tenido de la sociedad española y mundial las jugadoras de la selección española de fútbol, campeonas del mundo, por las conductas soeces, maleducadas, machistas y presuntamente delictivas de Rubiales, han sido desproporcionadas y politizadas.

Cuando, presumiblemente, Ayuso acceda al Congreso de los Diputados sustituyendo a Feijóo, será feliz interviniendo y apoyando las tesis de Abascal. El resto de los Diputados y los ciudadanos en general nos vamos a divertir de lo lindo presenciando tan delirante espectáculo.

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