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Actualizado 14/08/2023 07:51:58
Redacción

Rubén es un antiguo usuario del CAD que, tras 20 años asistiendo, recibió el alta del centro desde hace siete meses

Rubén es un antiguo usuario del Centro específico de Atención ambulatoria a Drogodependientes de Cruz Roja. Recibió atención, apoyo y tratamiento durante dos décadas por su adicción a diversas sustancias.
Su historia es un claro y digno ejemplo de superación. Hace siete meses que recibió la alta terapéutica tras 20 años como usuario, un alta por parte de las profesionales del centro y tras nueve años sin recaer en el consumo: Recibir la alta terapéutica es un logro. He conseguido lo que buscaba y he cambiado como persona. Tengo la satisfacción de haber podido dejar atrás ciertas cosas. Me ha costado mucho, pero he podido, explica en su testimonio.
Su historia comenzó cuando era joven. Su adicción a las drogas comenzó al poco tiempo de independizarse con 18 años. “Tenía problemas familiares y me independicé. Pensé que iba a comerme el mundo. Empecé a trabajar, a salir de fiesta y a coquetear con las drogas. Es una cadena. Empiezas fumando un porro, hachís, marihuana, luego te aburres y pruebas otras cosas como la cocaína, el éxtasis… Cada vez necesitas más consumo y probar otros tipos de sustancias. Pero no te das cuenta de las consecuencias que vas a pagar al cabo del tiempo”, reconoce.
Esa espiral de consumo le trajo problemas en diferentes ámbitos de su vida: el trabajo, bajas psicológicas, depresiones, ansiedad, frustraciones, ideas suicidas… además de cambios de ciudad, perder oportunidades de mejorar su futuro laboral y también problemas familiares y judiciales.
Desde que llegó al centro ambulatorio de Cruz Roja, Rubén no dejó de luchar para superarlo durante todos esos años. “Conocía el centro de Cruz Roja Salamanca de oídas, de gente que estaba en tratamientos por adicciones y les hacían seguimiento. Me costó dar el paso, pero hablé con médicos y psicólogas de Cruz Roja”.
Asegura con su experiencia que “es un centro que te ayuda y puedes confiar en sus profesionales y especialistas. Para dar el paso hay que querer cambiar y dejar el mundo de problemas. Yo me veía solo, sin apoyo de nadie. Todo el mundo te rechaza y deja de confiar en ti. Por eso hay que poner mucho de tu parte, querer evolucionar y decir ‘hasta aquí he llegado’”, señala. No tiene dudas y ahora, con el alta y sin recaer desde entonces, asegura que “esto es una enfermedad y he recaído doscientas mil veces. Cada recaída iba a más y a peor, con más frustración, depresión y problemas. Hay gente que tarda más o menos en rehabilitarse. Yo he tardado veinte años. He madurado, he abierto los ojos, he renunciado a amigos de toda la vida. Algunos aún siguen en el mismo mundo y de otros ya no sé nada. Y cuesta mucho perder amistades y volver a hacerlas nuevas, porque no te sientes aceptado. No te sientes igual a los demás”, reconoce Rubén, que asegura haber sufrido “mucha discriminación” por su enfermedad.
Por eso tiens unas palabras y un mensaje claro que lanzar. “Hay que hablar del problema y de tus sentimientos. Ser sincero. No cerrarse y querer ocultar que tienes una enfermedad. Y quiero decir que se sale de esto solo si quieres, y con ayuda de especialistas como los de Cruz Roja”, recalca Rubén, que ha construido su nueva vida: con una pareja que le apoya, una familia y un trabajo donde le valoran. “Tengo ganas de seguir y de luchar. Tengo aspiraciones y me voy marcando objetivos a corto plazo para elaborar un futuro”, subraya orgulloso del cambio que ha logrado en los últimos nueve años.

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