OPINIóN
Actualizado 05/08/2023 13:05:15
José Fermín Rozas

La calle Prado, desangelada y con una calzada excesiva.

Sigo con interés algunas redes sociales como las de “Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio”, con quien suelo coincidir. Al manifestar opiniones naturalmente alguien discrepará. Ya aproveché una sobre la Cuesta de Oviedo, de pobre resultado a mi juicio a pesar de la mejoría. Ahora me valdré de otra sobre la calle Prado, volviendo a algo ya señalado. En el título del proyecto de ambas obras aparece la palabra Peatonalización. Para Juan del Rey-Prado-Íscar Peyra dice la Memoria, “quedando únicamente transitables para vehículos autorizados”, señalando en Necesidades a satisfacer “Revalorizar y mejorar el uso peatonal de dichas calles mediante la disposición de diferentes elementos de mobiliario urbano”.

Monótono pavimento en la Calle de Zamora, ahora en proceso de cambio.

Este año se cumplen 30 del “Plan de Ordenación de Tráfico y Aparcamiento de la ciudad. Área Urbana Central”. El rápido cambio de color político municipal, relacionado con su manipulación, cercenó su desarrollo. Pero no le resta el valor inaugural de las grandes peatonalizaciones, con el permiso de la Rúa Mayor, condicionando lo que vino después. En su apartado 9 incluye un interesante anexo “Criterios generales para la pavimentación de espacios viarios del casco histórico”. Diferencia entre vías peatonales y de trafico restringido o de coexistencia, proponiendo en estas marcar calzadas con adoquinado y aceras. Ya entonces no tuvo mucho éxito, “La utilización del granito de un solo color para la pavimentación de los viales peatonales puede producir una sensación de monotonía.

Calle de Juan del Rey, un poco más arbolada que su continuación Prado.

En las calles Juan del Rey, Prado e Íscar Peyra se diferencia visiblemente entre calzada y acera, como en casi todas las peatonalizaciones bajo gobierno Popular. Solo reducen la excesiva calzada en el caso de Iscar Peyra, pero no toman ninguna medida en el resto, como poner también jardines. Así resulta inevitable que el comportamiento del peatón se parezca al de calles con tráfico, circula por la “acera”. Queda latente la presencia de vehículos, aunque su intensidad sea muy reducida. Ayudado por una especie de carga y descarga permanente, habitual a lo largo de la mañana a pesar de finalizar a las 11 horas, cuando se instalan las terrazas.

La imagen de arriba generó cierta discordia, siempre sugestiva. Ciertamente las aceras son anchas. Abajo podemos ver el diferente ancho de la calzada tras estrecharla con la interesante intervención en Íscar Peyra.

La imagen de la discrepancia tiene que ver con esas terrazas en la acera. Nunca en la zona de aparcamiento, supuestamente inhábil desde esas 11 horas. Incluso el aparcamiento de bicis junto a un jardincillo está dentro de la acera, ancha ciertamente, junto a un espacio de uso indefinido. Por supuesto el peatón puede circular por la calzada, tiene prioridad en todo el ancho de la calle. Pero no ocurre todo lo necesario, de alguna forma su diseño ayuda a percibir el condicionante del vehículo. Tampoco se aprovecha para aumentar el arbolado, colocándolo dentro de la excesiva calzada de Juan de Rey-Prado ayudaría a estrecharla. Y quizás faltan bancos y, desde luego, fuente para beber. Tan útiles en las olas de calor, según las recomendaciones municipales. Por supuesto estos inconvenientes son de fácil y barata solución, pero el tiempo pasa. Con el arbolado se demora la oportunidad de conseguir sombra en un tiempo razonable.

Las terrazas de la derecha están dentro de la acera, a pesar de quedar vacíos espacios para carga y descarga, o el de delante del jardín sin uso definido. A continuación de este ponen el aparcamiento de bicis.

Si bien se mejora, ha faltado planificación con criterios claros cuando peatonalizan calles, desde una verdadera mentalidad de cambio de paradigma y sostenibilidad. Confiemos esto cambie tras estas últimas obras, más acertadas. Y sólo en el interior de la primera ronda, tener itinerarios peatonales potentes conectando toda la ciudad sigue siendo una quimera. Incluso hay obras vendidas como sostenibles donde se reducen aceras o empeora la seguridad vial. Claro que si hacen pasar por nuevo un aparcamiento creado hace 50 años tras pintar unas rayas y poner una cámara, qué vamos a pedir. A pesar de todo se debe insistir, vista la instalación estos días de una solicitada marquesina en una parada de transporte público en la Gran Vía.

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