Los resultados electorales del 23 de julio siguen siendo el tema principal de artículos periodísticos de opinión y debates de tertulianos en emisoras de radio, cadenas de televisión y redes sociales. La escuálida victoria del PP y la enorme dificultad que este partido tiene para aglutinar pactos con el resto de formaciones políticas –y eso pone de manifiesto las carencias y debilidades del actual PP- hacen prácticamente inviable que Feijóo pueda formar gobierno.
Las dificultades del PP para negociar y pactar con otras formaciones políticas se hace aún más difícil por la predisposición del ala dura del PP de negociar, pactar y repartirse cargos públicos con Vox, un partido con una ideología más próxima al nazismo de Hitler, al fascismo de Mussolini encarnado actualmente en el partido ultra de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, y más alejada de los partidos conservadores europeos, de Margaret Thatcher o Edward Heath en el Reino Unido, o de la CDU alemana de Helmut Kohl o Angela Merkel. Algo que no es nuevo y que deja al descubierto el alma ultramontana del PP. Muchos nos preguntábamos dónde estaba la extrema derecha en España en las épocas del PP de Fraga, Aznar o M. Rajoy. Lógicamente, en este partido; ya se encargaron Aznar y Esperanza Aguirre de incluirlos en el PP, mimarlos y crearles chiringuitos ad hoc para que nunca se fueran. Un partido único para aglutinar a toda la derecha, siguiendo el modelo impulsado por Franco con la creación, en 1937, de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
Que PP y Vox se apoyan mutuamente es una realidad, pero no de ahora, sino que parte ya de 2018 cuando apoyó al PP en Andalucía para acceder al gobierno autonómico, a pesar de que el PP no ganó las elecciones. Esta operación continuó en 2019 en el ayuntamiento y comunidad de Madrid, posteriormente en Castilla y León y, actualmente, con el mapa político que salió de las elecciones municipales y autonómicas de hace dos meses, ha experimentado una progresión geométrica, donde han pactado en varias comunidades autónomas y cientos de ayuntamientos, a pesar de no querer verlo Feijóo, quién, con una sangre fría inigualable, no lo ha reconocido e intenta ocultarlo como sea y con un gesto de hipocresía política sin precedentes. Cuando escribo estas líneas me entero de que PP y Vox han cerrado el enésimo pacto de gobierno, en este caso en la comunidad autónoma de Aragón, que Vox tendrá una vicepresidencia y varias consejerías. ¡Alucinante!
Los lodos de estos pactos de la derecha y la extrema derecha están más fangosos que nunca y los mandatarios del PP allí donde gobiernan con Vox, están hundiendo sus piernas en el barro más pegajoso y movedizo y, como consecuencia de ello, impidiendo que se aprueben políticas y gestión de progreso, avances sociales y modernidad. Estamos comprobando que los gobiernos de PP y Vox están boicoteando actos donde se condena, sin paliativos, la violencia machista y de género, censurando actividades culturales: representaciones teatrales y conciertos, porque sus contenidos no se ajustan al ideario ultra que profesan, se están quitando banderas LGTBI que cuelgan sobre instituciones oficiales, se están retirando publicaciones en catalán que circulan por algunas comunidades autónomas, como Valencia o Baleares y las consejerías de igualdad están desapareciendo en las comunidades autónomas donde gobiernan junto al PP, amén de cambiar la denominación de violencia de género por violencia intrafamiliar. Allá ellos, ¡pleitos tengan y los ganen!
Está claro que todos estos pactos son del agrado de líderes conservadores como Ayuso y de sus maestros Aguirre o Aznar, porque, en el fondo, se sienten todos herederos de un mismo tronco común: el ideario de la sociedad franquista, pero, no estoy seguro que sea del agrado del actual jefe de filas, Feijóo. Es evidente que esta filosofía política tiene aún mucho éxito en una parte importante de la sociedad española, la heredera de la vieja España, la “evangelizadora de la mitad de la orbe: España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…” que proclamaba Menéndez Pelayo en el siglo XIX; pero tiene muy poco recorrido en la “otra España”, la “nueva, afanosa, aspirante, que tiende hacia la vida”. Estas “dos Españas”, como diría Ortega, están “trabadas en una lucha incesante”.
Por todas estas consideraciones, al PP actual no le pronostico éxitos en pactos con otras fuerzas políticas, a excepción de la ultra derecha de Vox. Y, en consecuencia, el destino de Feijóo como líder de la formación, es más que cuestionable, porque el “Ayusismo político” lo devora todo; incluso a ella misma en un futuro no demasiado lejano, si consigue ese poder que tanto ansía, porque, ¿quién va a apoyar a Ayuso en las nacionalidades históricas como Cataluña y Euskadi?. En tiempo dirá.
Y mientras tanto, nuestras tierras castellanas y leonesas siguen perdiendo población de una manera alarmante. Recordemos que en los 36 años que lleva gobernando el PP en esta comunidad, nuestros pueblos han perdido más del 50 % de su población y con ello, los servicios públicos están desapareciendo, servicios públicos, como la sanidad, la educación o los servicios sociales que, no olvidemos, son competencia de la Junta de Castilla y León. No es de recibo que actualmente muchos municipios sólo tengan la visita de un médico una vez por semana en los consultorios locales, aunque estén asentados en los centros de salud correspondientes. El ejemplo más claro lo tenemos en mi propio pueblo, Mieza, que depende del centro de salud de Aldeadávila y al consultorio local está asistiendo el médico una o dos veces, como máximo, a la semana. Y recordemos que en estos meses nuestros pueblos están llenos de veraneantes. Y qué decir del abastecimiento de agua de Cabeza de Horno, que, por la dejadez de la Junta de Castilla y León, por no actuar de forma preventiva y evitar que se utilicen los productos fitosanitarios de manera indiscriminada, está contaminada y el agua no es apta para el consumo humano: ni para beber ni para cocinar. ¡Lamentable! Pero, en cambio, los líderes del PP –locales, provinciales, regionales y nacionales- siguen recibiendo el apoyo mayoritario de los ciudadanos de nuestra tierra en las respectivas elecciones. ¡Cuándo despertaremos!. ¡Así nos va!. Por mucha cirugía estética que hagamos a los muertos, nunca resucitarán.