Los escritores no mueren nunca, siguen viviendo en sus libros, y como todos los lectores somos herederos de su patrimonio, justo es recordarlos siempre y darles las gracias en el aniversario de su fallecimiento.
Era domingo aquel 23 de julio de 2000. La noticia me llegó saliendo del Ayuntamiento de Estocolmo: en Madrid acababa de despedirse de la vida la escritora salmantina Carmen Martín Gaite dejando inconclusa su última novela: Los parentescos, y las letras españolas se vistieron de luto, y mi viaje por Suecia quedó marcado por tan lamentable adiós, solamente tenía 75 años y muchas historias pendientes de escribir.
Así pues, cuando se cumplen 23 años de su ausencia, el mejor recuerdo, el mejor homenaje, el mejor gesto de gratitud es darle las gracias: gracias, Carmen, gracias por aquel Entre visillos que fue la primera de sus novelas que hace ya tantos años leí, gracias por El balneario, gracias por El cuarto de atrás, gracias por Retahílas, gracias por Caperucita en Manhattan, gracias por El cuento de nunca acabar, gracias por La reina de las nieves, gracias por Nubosidad variable, gracias por Lo raro es vivir… gracias por todos los títulos que forman parte de mi biblioteca con la etiqueta de “pendientes de releer”.
Sobra el comentar su obra: la califican sus premios.
Gracias.