Estamos a unos días de la inesperada cita con las urnas. Por primera vez en tantos años me he negado a seguir la campaña electoral. Sé de memoria los discursos de los candidatos, siento vergüenza de las armas que utilizan para convencer, no creo en sus palabras y me indigna que conviertan las instituciones en patios de vecinos. Tampoco despertaron mi interés los debates en televisión. Mi voto depende siempre de la gestión de los candidatos si gobiernan o de sus partidos si aspiran a hacerlo. Me cuesta creer que los ciudadanos de mi país decidan su voto por lo guapos o feos que los candidatos se asomen a la ventana de su televisor unos minutos, por sus estudiados gestos, por su desparpajo para mentir, por sus fuerzas para gritar como energúmenos, por su habilidad para acusar de sus propios errores a los contrarios y por ocurrencias que más que reír hacen llorar. Pero mi indiferencia no impide que estas elecciones sean las que más me preocupan, porque Vox, gracias al candidato Feijóo, que llegó a la sede de Génova por casualidad, ya no es una amenaza, es una realidad. A pocas semanas de la toma de posesión de los nuevos concejales de gobiernos PP-Vox ha quedado prohibido colgar la bandera arcoíris de los derechos LGTBI en edificios públicos, se suspenden minutos de silencio ante crímenes machistas, se retiran obras de teatro y películas programadas, anuncian suprimir las autonomías, derogar leyes avanzadas, retirar subvenciones a las asociaciones… y otros despropósitos que hacen temblar al sentido común porque muy bisoño hay que ser para no ver que por estos detalles empezaron siempre las grandes tragedias.
No sé si el próximo domingo los españoles recordaremos lo que al señor Feijóo se le ha olvidado: que fue su partido el que transfirió las competencias sanitarias a las comunidades autónomas y empezó a desmantelar los servicios por lo que el virus nos pilló sin personal sanitario, sin medicamentos y sin camas hospitalarias, que fue su partido el que llenó el país de pensionistas con 50 y pocos años y buenas pensiones mientras que a los que tenían que jubilarse a los 65 se les subían unos céntimos que ni siquiera cobraban porque a la vez les subían las retenciones fiscales, que fue su partido el inventor de los contratos basura para que los trabajadores no adquirieran derechos, que fue su partido el que aplicaba los recortes a los autónomos y beneficiaba a sus eléctricas, a sus telefónicas y a sus bancos, que fue su partido el que redujo las listas del paro permitiendo que los trabajadores pudieran ser despedidos los viernes y dados de alta los lunes y asignando números de afiliación al sistema a los estudiantes, con lo que ser afiliados al mismo dejó de ser sinónimo de trabajador, aunque la mayoría de los ciudadanos no eran conscientes de ello. No sé si el próximo domingo los españoles seremos capaces de olvidar los errores del PSOE, entender las difíciles circunstancias que han marcado la legislatura y hacer que el presidente Sánchez, aunque solamente sea para frenar la peligrosa carrera de Vox, que no solamente se le ven las ganas de acabar con él, también con Feijóo aunque cierre los ojos para no verlo, consiga lo que pretendía al convocar elecciones: ganarlas sin necesitar apoyos. Al fin y al cabo, esta España que llora a lágrima viva por los precios de la comida, de las hipotecas y de la luz, y que está en la ruina según el PP, este año ha adelantado las vacaciones, repite y de vacaciones sigue en mayoría. Es cierto que han subido los precios de los hoteles, de la hostelería , de los transportes, pero es imposible encontrar plazas libres, y si sales a cenar una noche sin reservar con tiempo, lo normal es que tengas que volverte a casa sin cenar. No sé si con tantos candidatos pidiéndonos las llaves de la Moncloa, no prepararemos tal ensalada de votos, que haya que repetir elecciones porque ninguno pueda formar gobierno. Lo que sí sé es que el próximo domingo 23 de julio de 2023 las urnas nos darán la respuesta a una pregunta que no pocos ciudadanos llevamos años haciéndonos: ¿Tenemos lo que merecemos o merecemos lo que tenemos?