OPINIóN
Actualizado 11/07/2023 13:05:43
Enrique Arias Vega

La aparente paradoja del debate entre Sánchez y Feijóo fue que la palabra más citada fue Vox. Ahí es donde quería llevar el presidente del Gobierno a su oponente, a identificarle con el extremo del arco político. También, todo hay que decirlo, el líder del PP sacó a relucir los pactos de Sánchez con independentistas y Bildu, pero sin la obsesiva recurrencia de aquél.

De eso trataba, precisamente, la controversia pública de ayer. Desaparecida hace tiempo la centralidad política, ambos contendientes trataban de ocupar ese centro hasta ahora huérfano y convertir a su rival en un peligroso extremista. Eso planeó en todos los momentos del debate, no sólo en el dedicado a los pactos postelectorales, Así mientras Sánchez anticipaba que entraríamos en un túnel tenebroso si ganaba la derecha, Feijóo prometía un Gobierno moderado e integrador si los electores le daban su confianza.

Esa puede ser la síntesis del cara a cara entre los dos líderes. Lo esperado, sí, pero no hasta esos límites de esperpento. Los otros temas, incluidos los programas económicos respectivos, quedaron difuminados. Sólo sabemos que para el Presidente España va como una moto y que para el aspirante la deuda que deja Sánchez no habrá forma de pagarla.

Incluso en los temas sociales, objeto de propaganda y publicitación del Gobierno, no obtuvo Sánchez la ventaja esperada, con un Feijóo que supo buscarle las contradicciones, machacándole con la ley de sólo sí es sí.

En resumen puede decirse que el Presidente no fue el personaje desenvuelto a que nos tiene acostumbrados, teniendo que argumentar que su rival se dedica a la proyección. Es decir, a atribuirle al otro sus propios defectos. Demostró Sánchez que sin monólogo sin interrupciones no tiene el carisma de que hace gala y Feijóo, por su parte, demostró no ser tan apocado como parece, sabiendo salir airoso de la trampa de su equiparación con Vox que le hacía su adversario.

Enrique Arias Vega

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