OPINIóN
Actualizado 26/06/2023 08:37:26
María Jesús Sánchez Oliva

Cuando se habla de derechos humanos pensamos siempre que son para todos, pero con frecuencia se impone la realidad y descubrimos que son para los elegidos, para los privilegiados… para las excepciones.

Hundidos junto al Titanic

Medio mundo ha estado pendiente varios días de la suerte de cinco multimillonarios que se sumergieron en un submarino para visitar los restos del Titanic. Pagaron una fortuna para hacer realidad un sueño propio de los que ni les cuesta ganar el dinero ni saben en qué gastarlo porque tienen todo lo que se puede comprar con él. Pero lo que empezó como una aventura acabó en tragedia. Estados Unidos, Francia y Canadá no han escatimado medios materiales y humanos para intentar rescatarlos con vida, pero tanto dinero y tantos esfuerzos solamente han servido para constatar que tendrán que conformarse con poder descansar en paz junto a los hierros de un barco de lujo que se hundió hace más de un siglo y habrán visto cientos de veces en fotografías.

La otra cara de la moneda

Miles y miles de personas se ven obligadas a huir de sus países por distintas razones para sobrevivir. Lo hacen en pateras, confiando en la buena suerte, convencidos de que recibirán ayuda en caso de peligro. Pero no siempre es así. En el último naufragio de una embarcación en el Mediterráneo con centenares de migrantes desaparecidos surgieron las críticas a la Guardia Costera de Grecia por su tardía intervención. El sábado se cumplió un año del asalto a la valla de Melilla y ni España ni Marruecos se han reconocido responsables. Tampoco se sabe el número exacto de fallecidos ni las devoluciones en caliente que la Guardia Civil realizó. Y las condiciones en las que quedan los sobrevivientes de la mayoría de los naufragios tampoco se puede decir que sean muy humanas.

Resumiendo:

Los derechos humanos existen, pero solo están al alcance de los que pueden permitirse el capricho de subir a la luna, recorrerse los picos del Everest o bajar a las profundidades del mar, es decir, para las excepciones, pero no siempre para los que tienen que dejar sus países para sobrevivir.

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