Se trata de un templo dedicado a la Virgen de Lourdes, construído en piedra de Villamayor, rodeado de jardines y con capacidad para 500 personas
El próximo miércoles, 21 de junio, se cumplen 25 años de la consagración de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en el barrio de Capuchinos de la ciudad de Salamanca. Un aniversario que se celebrará con gran solemnidad por tratarse de un hito importante en la vida de esta comunidad parroquial.
Así, el obispo Mons. José Luis Retana presidirá una misa de acción de gracias, a las 20:30 horas, que contará con la animación de los coros Tomás Luis de Victoria y el parroquial. Previamente, a las 19:15 horas, está prevista la proyección de un vídeo con testimonios como el del actual arzobispo emérito de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, en aquel entonces obispo de Salamanca; el del sacerdote Jesús Terradillos, anterior delegado diocesano de Obras, y el de su primer párroco, Jesús Vicente Sánchez.
La nueva parroquia fue erigida canónicamente el 1 de noviembre de 1996, con el título de Nuestra Señora de Lourdes, y es el único templo de la Diócesis de Salamanca dedicado a esta advocación mariana. Precisamente, coincidiendo con la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, el 11 de febrero de 1997, el obispo Mons. Braulio Rodríguez Plaza, colocó su primera piedra, en unos terrenos de 2.600 metros cuadrados cedidos por el Ayuntamiento de Salamanca, en la calle Riaño, en la zona conocida popularmente “del Pryca”. Como curiosidad, debajo de la primera piedra se introdujo una urna con diferentes objetos, como tres monedas, un ejemplar de los tres periódicos locales y uno nacional de ese mismo día, además de las firmas del obispo, el alcalde y el arquitecto.
En el acto se dieron cita más de un centenar de personas, entre las que se encontraban el entonces alcalde de la ciudad, Julián Lanzarote, una representación del Obispado; el arquitecto de la obra, Bonifacio Reyes, y el futuro párroco, Jesús Vicente. Al bendecir la primera piedra, Mons. Braulio señaló que se iniciaba así “una nueva aventura” que no consistía sólo en construir un templo sino una parroquia. “Esperamos que este símbolo sea el comienzo de una comunidad cristiana y la construcción de las piedras vivas de una iglesia viva”, dijo.
El complejo parroquial comprendía la construcción de la iglesia, con forma octogonal (la segunda de la ciudad con este diseño, tras la iglesia de Santa Teresa, construída hace más de 50 años), en piedra de Villamayor y rodeada de jardines, con capacidad para 500 personas, con dos capillas, una destinada a los oficios diarios y otra a las celebraciones del Bautismo; la sacristía, y debajo del altar se proyectó construir una pequeña gruta, para alojar a la Virgen de Lourdes, con acceso desde el exterior.
Además, en la parte trasera, en un edificio de dos plantas, se construyeron dos viviendas parroquiales y seis aulas, un despacho, un salón de actos y otros habitáculos para almacén. El coste de las obras tenía un presupuesto de “150 millones de pesetas”, como destacó el que fuera delegado diocesano de obras, Jesús Terradillos, que fueron asumidos por la Diócesis de Salamanca.
La nueva iglesia atendería a los católicos residentes en una de las zonas más jóvenes de la ciudad, en las urbanizaciones de Pryca y el Teso de los cañones, “así como a todas las personas que desde antiguo viven en la nueva demarcación parroquial”, como señalaba Jesús Vicente. “Un servicio que será una animación constante a dar testimonio del Dios único y verdadero en Jesucristo, el Señor, en quien nuestra fe hunde sus raíces”.
La iglesia sería bendecida y consagrada al año siguiente, el 21 de junio de 1998, por el obispo Mons. Rodríguez Plaza, en una solemne celebración que fue concelebrada por 33 sacerdotes y que congregó a un millar de fieles, con asistencia de numerosas autoridades civiles y eclesiásticas. La nueva parroquia del Barrio de Capuchinos comenzó a atender a una población de 6.000 personas.
A lo largo de estos 25 años han sido muchos los que han ocupado un lugar en esta parroquia, desde sus precursores, a los grupos que la integran, comunidades religiosas y laicos, y todos los que de una u otra manera prestan su tiempo en diferentes las diferentes acciones litúrgicas, evangelizadoras, pastorales y sociales que se llevan a cabo en la parroquia para que siga creciendo y viviendo la fe.
Fuente y foto: Diócesis de Salamanca