El gran Neruda (poeta de cabecera) me dijo un día “es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Y en esa sentencia, tan real, expresa concentrada la ciencia del amor y del recuerdo.
El amor, si es de verdad, siempre resulta corto, siempre es un vuelo de pájaro, alto, pausado, libre, teniendo el cielo como único camino en el que mover las alas, y la vida como el único espacio en el que desplegarlas.
El amor seduce, altera, calma, permanece y muda, se renueva y trota, pausa y enloquece, todo a la vez, todo de golpe, todo de nuevo.
El amor sana y enferma, es eterno y caduca, muta sus colores, se aviva y adormece, se oxida, se refresca, se quema y florece.
Se ata o se anuda o se libra, o se pierde, ansia liberada, amor que estremece, amantes sin dudas, amor que se crece.
Y en la batalla, nunca perece.
“Es tan largo el olvido,” dice siempre él.
Y digo yo:
Tan imposible el olvido…
Tan infinitamente imposible el olvido…
Mercedes Sánchez