OPINIóN
Actualizado 13/06/2023 07:56:35
Francisco Delgado

El pasado día 6 la Orquesta Clásica de Salamanca dio su ´último concierto de la temporada con una primera parte dedicada a Mozart y una segunda parte dedicada a Haydn. Nos deleitaron con el preludio a Las Bodas de Fígaro y el Concierto para Fagot K191 de Mozart y la Sinfonía “El reloj” de J. Haydn.

Personalmente también me hicieron reflexionar sobre estos dos grandes genios de la Música Clásica y su profunda amistad. Casualmente esa semana había escrito yo mi artículo en este periódico sobre cómo los hombre actuales cada vez tienen menos amigos y muchos lectores/as me habían comentado que tenían también la misma impresión en su entorno.

Así pues, el concierto de la Orquesta Clásica me condujo a pensar sobre esa envidiable amistad que mantuvieron toda su vida J. Haydn y W.A. Mozart. ¿Cuál fue el factor que decidió que con tantas diferencias personales que les separaban pudieran mantener esa sólida amistad?, me pregunté. Haydn le sacaba 23 años a Mozart, había triunfado en la sociedad vienesa mucho antes que Mozart, que hasta que no se instaló en Viena, en contra del consejo paterno de no abandonar Salzburgo, luchaba diariamente por afianzar su fama. Sin poder evitarlo estaban llamados a competir sin contemplaciones entre ellos, como ocurre entre la mayoría de los grandes artistas exitosos.

Y sin embargo un mutuo sentimiento de simpatía, respeto, valoración artística de sus obras nació entre ellos desde que se conocieron: una profunda amistad. Ni celos, ni competitividad, ni ningún malentendido les separó, sino al contrario trabajaron juntos contentos de poderse influir y enriquecerse mutuamente. Cuando Haydn, el padre de los Cuartetos, había estrenado sus numerosos cuartetos, Mozart comenzó a componer sus Seis Cuartetos y se los dedicó a J. Haydn. La anécdota que marca la excepcionalidad de esta amistad es la declaración de Haydn, al padre de Mozart, Leopoldo, delante de todos los amigos juntos esa tarde en casa de los Mozart para tocar los seis cuartetos mozartianos: “Ante Dios y como hombre honrado que soy, le digo que su hijo es el compositor más grande que conozco tanto personalmente como dAe nombre”, le soltó Haydn rotundamente a ese padre que parecía que estaba siempre quejoso de su hijo.

El “misterio” de esa amistad entre Haydn y Mozart que parecía que tendría que haberse convertido en un táctico desinterés mutuo, fue la espontaneidad de ambos expresando claramente su admiración por el otro y confiando plenamente en que ningún mal o perjuicio saldría de ninguno de los dos. Sino al contrario la convicción de que ambos podrían musicalmente enriquecerse de las excepcionales capacidades del otro.

En nuestra sociedad, muchas amistades masculinas entre dos varones valiosos en sus campos profesionales se interrumpen o no prosperan, cuando un tercero, la Empresa donde trabajan o el convocante de una promoción, les empujan a competir por un puesto deseado por ambos. Como socios de una misma Empresa la amistad tampoco suele funcionar. Lo vemos a diario a través de la prensa entre dos amigos de un mismo partido político. Tienen nombre y apellidos que no concretaremos.

La amistad entre Haydn y Mozart llena de respeto y mutua admiración, es el ejemplo del buen funcionamiento de una sana amistad.

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