Así, a lo largo de las Cañadas Reales se fueron sucediendo los platos de patatas cocidas con el mismo pimentón y nombre diferente, desde el recio atascaburras manchego, que lleva bacalao, a las patatas encarnás del País de Maragatos, al Norte de León, pasando por las papas revolconas que en Extremadura se visten de fiesta con rodajas de chorizo o de huevo cocido.
Guisos muy parecidos celebran idénticas fiestas, idénticos ritos. A mediados de febrero se cortaban los rabos a los corderos recién nacidos, y los que no se vendían se pelaban, asaban y después se ponían a cocer en el caldero con aceite, ajos, cebollas, pimentón, laurel y azafrán. Espárragos montañeses, rabada o rabote se denominaba este plato singular, tan antiguo como la Mesta.
Imagen: Santiago Bayón Vera