Los días que había caldereta para la cena se desayunaba chanfaina, hecha con las tripas, la asadura y la sangre del animal, adobadas con pimentón.
Esa costumbre de desayunarse con hígado de cordero, forma de comenzar el día con una considerable aportación energética, aún perdura en ciertos pueblos extremeños y en algunos de Hispanoamérica, a donde fue llevada por los conquistadores.
Otros platos muy apreciados de los pastores eran los callos, preparados con las tripas de la oveja, bien picantes, o las manitas de cordero.
Imagen: Longinos Alvarez . Santiago Bayon Vera