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Actualizado 01/06/2023 15:28:40
Vanesa Martins

Antonio y su mujer disfrutan al máximo del huerto que tienen

Antonio, junto con su mujer, es usuario de uno de los huertos urbanos de Salamanca. Me atiende, como él mismo dice, “tocando tierra, entre plantas, berzas y demás historias”. Su afición por el huerto le viene de familia. “Mi abuelo era hortelano de la Sierra y, entonces, aunque murió muy joven la familia siguió con ello”.

“Nos ha gustado siempre este mundo y recuerdo los veranos que pasamos en el huerto. A mí mujer no le tiró tan de cerca pero su familia también es de campo, entonces al final nos viene de familia”.

Llevan dos años con la concesión de uno de los huertos, en el sector C. Ahora acaban de empezar su tercer año debido a una prórroga y “lo estamos disfrutando al máximo, más especialmente porque estamos en vísperas de que para el próximo año lo sorteen”, lamenta.

Un tema que, para Antonio, “da mucho para hablar porque en mi opinión es muy poco tiempo el que los otorgan y no da tiempo a organizarse. Esto so unos cultivos rotativos y hay que cambiarlos, y creo que lo suyo es que ampliaran el tiempo de concesión, como mínimo 4 años”.

Tomates, pimientos, cebollas, acelgas… son productos que tienen plantados. “Hay que atenderlo diariamente y a veces hay que regar, dependiendo del verano, en la mañana y en la tarde”. Ellos utilizan el sistema tradicional de riego por valle, “nos gusta y sigue siendo divertido para nosotros hacerlo así. Yo pienso que se ahorra más agua, además”.

Es jubilado y sabe que para tener un huerto así “hay que tener tiempo”. Por eso, ellos van muy a menudo. “En especial en verano, cuando algunas veces vamos todos los días, porque hay que regar y cuidarlo. Y al final, con aciertos y errores y algún disgustillo te enganchan”.

“Nosotros este año nos hemos arriesgado con las berzas, habas, cebollas de invierno, ajos … y nos han concedido otro año más, pero tenemos vecinos que no y da pena. Hemos visto a gente llorar tirar algunos productos”, lamenta.

Antonio destaca de esta experiencia el compañerismo que se genera. Hay personas muy sociables y entre vecinos, tenemos muy buena relación. Nos ayudamos, charlamos, vienen familias con niños y les enseñas cosas y les encanta”. Le recuerda al pueblo, al campo.

A ellos les gustaría tener mucho más tiempo el huerto, todo lo que fuera posible. “Sabemos que hay que ser comprensibles y solidarios. Le cojes cariño y da pena cuando ves que hay gente y hortelanos que vienen en verano y el resto del año se olvidan”.

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