OPINIóN
Actualizado 31/05/2023 10:09:43
Manuel Rodríguez García Marogar

El calendario se agotó, los equipos celebran los ascensos o lloran los descensos. Los entrenadores buscan argumentos del pasado para actualizarlos en el futuro; los presidentes dan bajas a “tutiplén” y se piensan las altas conforme a unos presupuestos finitos, los futbolistas vislumbran aquellos equipos donde poder jugar con mayor frecuencia, y también aceptan contratos distintos que amplíen años y cantidades…

Los grandes jugadores, aún metidos en 35 o más años, están dispuestos a migrar a Arabia donde los equipos tienen dinero sobrante procedente del gas o la gasolina, curiosamente en Europa los jugadores se van cuando agotaron precisamente las materias primas que ahora facilitan sus contrataciones futuras.

Los medios llenan páginas con especulaciones y relatos novelescos sobre grandes fichajes o grandes repudios de los equipos. Por ejemplo, en Barcelona el gran público aspira a que Messi llegue otra vez a sus filas, una gran mentira que sus dirigentes mantienen sin que se les caiga la cara de vergüenza, eso si, el colmo de este relato es que dicen que el 99% depende de la decisión del jugador cuando el Barcelona no le ha ofrecido ni pipas de calabaza.

Así se siguen llenando páginas y páginas con grandes titulares. Y mientras esta especie de mercado persa se sostiene, los aficionados son felices haciendo alineaciones con las altas y bajas de los equipos. Los más “enterados” dictaminan en público que el equipo de sus sueños necesita un “central zurdo”, un “pivote” derecho; un “punta de lanza” que remate de cabeza y un “extremo derecho” que juegue por la izquierda. De paso, como diría en su día Camilo Jose Cela, “El Cipote de Archidona”, el equipo no puede prescindir de los dos porteros, uno derecho y otro izquierdo, como relataba en uno de sus cuentos de fútbol.

Mientras tanto, nos seguimos haciendo la misma pregunta, ¿de dónde sale el dinero del fútbol?

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