No terminaba de leer las reacciones –explicaciones– sobre lo ocurrido en las elecciones del domingo cuando me entero de la convocatoria de elecciones generales.
Si hablamos de reaccionarios, pensamos siempre en personajes muy conservadores, muy de derechas; mucho más que en la palabra reacción; por estos lares, a López Obrador, al que la palabra define bastante, le encanta espetar el epíteto a quien osa criticarlo, ya no digamos enfrentarse a él.
Si nos detenemos a pensar en la palabra en cuestión, una primera conclusión podría ser que, en política, reaccionarios hay muchos –de izquierda, de derecha–; sin embargo, no hay tantos que sepan reaccionar, algo fundamental en eso de la res publica, ya sea monarquía constitucional o presidencia imperial.
Además, hay de reacciones a reacciones: no es lo mismo decirle a la gente lo que quiere oír, sobre todo si implica mentir o, Mayra Gómez Kemp dixit, no decir toda la verdad –aunque no mientan– que reaccionar ante lo imprevisto tomando decisiones que casi siempre van a ser extrañas, cuando no, de plano, impopulares; no es lo mismo decir: “no hagan caso a los alarmistas”, que “en casita y con cubrebocas”; siempre será más fácil apelar a la tribu que al acuerdo, expulsar que integrar, pensar en que el otro pueda no estar tan equivocado que estar seguro de poseer toda la verdad.
Por eso, confieso que me volvió a sorprender Pedro Sánchez. Si unos hablan de suicidio, otros de genialidad y la mayoría asume que la convocatoria de elecciones es una cosa o la otra, pues habrá que reconocer que ahí hay una reacción…¡Ay!
En México muchos siguen “comprando” el discurso de equiparar al PSOE –a Pedro Sánchez– con Morena, por la cercanía de ciertos elementos de Podemos, o cercanos a, con López Obrador y los suyos; analicen lo que defiende un partido y otro, un presidente de gobierno y otro (presidente imperial de república constitucional) y a lo mejor se sorprenden de encontrar coincidencias en discursos de AMLO con los de Díaz Ayuso –la vox del Partido Popular– más, probablemente, que con los discursos de Pedro Sánchez.
A día de hoy, la posibilidad de que para mi cumpleaños –el 31 de julio– Pedro Sánchez esté haciendo maletas es real, incluso probable; sin embargo, también es posible que su reacción, nada reaccionaria, evidencie que el Partido Popular debe decidir si ser toro o torero: si se diluye en el discurso –polarizante a voxes– que parece imperar en esa parte del espectro político o apuesta por el acuerdo y el entendimiento... Si suso o ayuso.
@ignacio_martins
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