Un proyecto educativo para "niños que habían venido solos, muchos en patera, y allí estaban reconstruyendo sus vidas y formándose en valores y cultura de un país desconocido para la mayoría"
Siempre que veo a alguien con un gorro de astrakán me acuerdo de él y de su sonrisa y sus ojos vivos.
Hoy llueve y recuerdo una vez que fui a conocer el colegio de Armenteros. Lloviendo me enseñó todos los edificios donde se criaban y estudiaban aquellos niños que habían venido solos, muchos en patera, y allí estaban reconstruyendo sus vidas y formándose en valores y cultura de un país desconocido para la mayoría.
Don Juan me dijo que los seres humanos solo necesitamos dos cosas: cariño y cuidados…
Han pasado treinta años y todavía recuerdo la alegría de aquellos niños de todas las edades y distintas razas que allí había y el ambiente de entusiasmo que reinaba y que me impresionó.
Hoy que tanto se habla de la lucha contra la exclusión social y el racismo, quiero traer su recuerdo a todas las personas que le conocimos y que le admiramos por su trabajo incansable y por su predisposición a ayudar a los demás.
Va por usted don Juan. Nunca le olvidaré y, estoy segura, tampoco lo harán los miles de niños a quienes usted dio su cariño y cuidados.
Carmen Díaz Sánchez