OPINIóN
Actualizado 25/05/2023 08:00:45
Mercedes Sánchez

En este mundo loco, qué sería de nosotros si no fuera por el universo artístico, en todas sus manifestaciones, para limar todas las aristas en las que estamos inmersos en una sociedad cada vez más compleja, en una maraña de relaciones interpersonales cada día más mediatizadas por la falta de tiempo, la escasez de valores, el estrés y las prisas, y otros tantos impedimentos que hacen de la vida, a veces, un paraíso inhabitable.

Y en medio del desierto, surgen flores, fuentes, palmeras de hojas grandes, chorros de límpido líquido que forman curvas al caer desplegando un sonido de agua fresca que alivia la sed. Que mitiga toda el hambre, que redondea todas las esquinas de las cosas y las vuelve potables, asequibles, digeribles, amables, que actúan como colchón que amortigua todos los convulsos ecos y aleja del ruido.

Eso ocurre cuando contemplamos una pintura, una buena fotografía, disfrutamos un paisaje, vemos una gran película… o esperamos a que el sol bese el horizonte.

El teatro también es un lugar mullido en el que removerse y repostar.

Las paraskenias son cada una de las partes construidas a cada lado del escenario de un antiguo teatro griego, y habitualmente sobresalen hacia delante, siendo un lugar creado para cambios de vestuario, así como para salidas y entradas a escena de los actores.

Y es justo ése el nombre elegido por un grupo de teatro aficionado que hace de la interpretación su verdadera vocación y su pasión. Baste decir que abarcan y desempeñan todas las facetas implicadas en este arte, pues elaboran los textos, diseñan y realizan los decorados, dirigen e interpretan.

Y allí están, de repente, sobre el escenario, que recrea una ambientación acorde a la época que describen, desarrollando sus diálogos inmersos en los personajes, tanto que parece que es su propia vida la que cuentan. Tanto, que meten al espectador en cada escena. Tanto, que cada frase es la que cualquiera de nosotros podríamos pronunciar en situaciones así. Tanto, que nos hacen formar parte de la misma trama, allí dentro de sus atuendos sencillos, con el mismo latido que ellos a flor de piel.

En un mundo cuyo único dios es el dinero, y en el que el teatro profesional a veces se va diluyendo entre el afán por lo comercial decepcionando nuestras esperanzas, siguen existiendo grupos, cada vez más abundantes, de aficionados que se parten el cobre por demostrarnos que sigue la magia del teatro a todas las personas que lo amamos, y luchan por ofrecer temas de carne y hueso con los que llegar al corazón de quienes ocupamos, expectantes, una butaca, un lugar en un palco o en el anfiteatro.

Paraskenia es una compañía fresca, lúcida, potente en la escena, capaz de transmitir todo eso que se pone en juego delante de las bambalinas de la vida, hábil para captar la complicidad del público, competente a la hora de meter a los espectadores en la historia y en los sentimientos de los personajes.

Y esa batuta, capaz de dirigir y orquestar su interpretación, crea el encantamiento, la expectación, la ilusión de las emociones compartidas, y hace que el teatro vuelva a ser lo que siempre fue: un latido en la piel.

Mercedes Sánchez

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Un latido en la piel