OPINIóN
Actualizado 16/05/2023 12:55:25
Toño Blázquez

Se fue mi querida prima María Pascua, subida en la espalda de algún afortunado cisne a los ignotos confines de la memoria de los álbunes familiares. Se fue al misterioso eco de la tierra, se fue a esperarnos, llena de su silencio y dulce soniquete de melancolía.

María Pascua tuvo en la hermosa cabellera de su juventud una camelia blanca en uniforme de nieve solidario con los ancianos. Y cuando yo iba al hospital preguntaba por mi prima, aparecía silenciosamente guapa y angelical regañándome por cómo tenía de polvillo las gafas. Anda, déjamelas. Y yo no sé con qué clase de amor líquido rociaba los cristales que quedaban como una patena de limpios. Mi prima guapa, que tuvo en Macotera su nacencia, cambió luego de sendero vital y recorrió la noble querencia de enamorase de un buen hombre, trabajador y buena persona, al fin y al cabo, la huella más indeleble de nuestro paso por este mundo.

Son lágrimas de penar las que me atosigan por tu partida y se me adormece el cuerpo de tristeza cuando te recuerdo hace pocos meses, ajena aún de pesadumbre (aunque no de preocupación) y las lamparitas de mi memoria te me iluminan allí, a lo lejos, de monja. Haciendo amor y entrega a los más necesitados, sobrellevando las horas que se van vertiendo, se van vertiendo sin que nos demos cuenta.

Siempre te recordaré preciosa, prima. Buen viaje y…agárrate bien al cisne.

Toño Blázquez

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