Estamos en pleno debate internacional sobre los pros y los contras de la IA ( AI por las siglas en inglés) después de haberse hecho público el uso de la plataforma Chat GPT.
Las posiciones frente al uso de la IA, concretamente de su aplicación Chat GPT oscilan entre una prohibición total de su uso, (en Italia tomada recientemente) otras posiciones que abogan por una moratoria, o criterios de utilización libre sin prohibiciones.
Una vez más la especie humana ante un descubrimiento nuevo ( en este caso en el campo de la informática) se bloquea y duda cómo reaccionar, confundiendo el objeto del descubrimiento con la propia naturaleza humana contradictoria, siempre oscilando ante un descubrimiento, entre sus usos constructivos para la sociedad y sus usos destructivos.
Acaba de estrenarse el film “Madame Curie” sobre la biografía de esta gran científica y su descubrimiento del radio, a principios del siglo XX; en ella no se oculta ni las catastróficas consecuencias del descubrimiento del radio con la bomba nuclear, ni las aplicaciones sanitarias que ya durante la I Guerra Mundial nacieron de su descubrimiento. Madame Curie y su esposo Pierre mostraron, como tantos científicos antes de ellos y posteriores han mostrado, que la curiosidad por el conocimiento de la naturaleza y sus leyes es al menos tan intensa ( en un porcentaje de los humanos) como el deseo de no saber ( como había escrito Nietzsche).
Vivimos en una época en la que la mentira y la manipulación de las masas a través de las mentiras está desgraciadamente en la cima de la civilización occidental y sus poderes. Una vez que se ha probado masivamente que en la especie humana, la repetición de una mentira unida a la ocultación de la verdad crea la percepción de que la mentira repetida sobre un hecho es la verdad del mismo, numerosos poderes políticos y también económicos, a través de sus medios masivos de comunicación, han ido convirtiendo en normal el mentir sistemáticamente y en normal el ocultamiento de la verdad. Ahora, las poblaciones humanas desprovistas de toda información a través de los siglos, se han convertido en grandes poblaciones que, privadas de la cultura e información necesaria para la comprensión de sí mismos y su entorno, tienen la ilusión de saber por dónde han de dirigir sus pasos y sus emociones para defender eficazmente sus intereses: los altavoces sin descanso de los medios de comunicación, les “convencen” de qué es lo bueno y lo malo.
Un descubrimiento científico o tecnológico, como es la IA, no es ni bueno ni malo en sí mismo, es la aplicación que el sujeto humano le dé, la que puede ser éticamente buena o mala, incluso para la propia supervivencia.
La ignorancia sobre cualquier cuestión que atañe a la especie humana hace indefenso al ser humano en las decisiones sobre ese campo; pero es la ética la que, con la base del conocimiento, ha de ser la que marque la dirección sobre qué hacer, y con qué normativas han de usarse las tecnologías, por ejemplo las derivadas de la Inteligencia Artificial.