El lugar sigue llamando la atención de los visitantes que llegan a la capital charra
La Cueva de Salamanca es uno de los recursos más espectaculares de Salamanca, no solo por su riqueza patrimonial, sino también por la historia que atesora. Y es que, a la antigua iglesia de San Ciprián o San Cebrián, conocida como la Cueva de Salamanca, se le atribuyen diversos orígenes.
Unos lo vinculan con Hércules y otros lo relacionan con los árabes o con los celtas. Incluso hay quien sitúa en la cueva la entrada a un laberinto de túneles y pasajes subterráneos que recorría todo el subsuelo de la ciudad.
El espacio que ocupa la Cueva de Salamanca se corresponde a una cripta subterránea de la antigua iglesia de San Cebrián, templo románico de repoblación levantado en el siglo XII y que desapareció en el siglo XVI.
Además, la formación del lugar está condicionada por la existencia de la Cerca Vieja –la antigua muralla- y el desnivel que ésta ocasiona. A la cripta se accedía salvando 25 escalones desde el suelo de la nave de la iglesia. Es en esta cripta donde, según la leyenda, estaba ubicada la escuela de ciencias ocultas y, de alguna manera, la puerta de acceso al mundo subterráneo.
Según la leyenda, en ese lugar, el demonio disfrazado de sacristán dio clase durante siete años a siete alumnos, a quienes impartía doctrinas sobre magia negra, ciencias ocultas o astrología.
Tras los siete cursos, uno de los estudiantes debería quedar allí de por vida a su servicio, pero el Marqués de Villena, que da nombre a la torre sobre la cueva, logró escapar de sus garras, huyendo de su cautiverio y perdiendo su sombra para siempre.