Tanta subida y bajada desde las tierras altas del Norte a los llanos del Sur, tanto trasiego repetido, no años sino siglos, tuvo sus frutos y no insignificantes.
Unos y otros, los naturales de cualquiera de las regiones inicio, meta o paso de cañadas, terminaron por intercambiar bailes, risas y recetas. Se aproximaron así comarcas tan distantes como León y Soria de una Extremadura cuyo nombre le viene de encontrarse en los “extremos” del Reino.
Y mucho antes de que existieran carreteras asfaltadas o el ferrocarril, fueron los pastores quienes abrieron los ojos, los oídos y la mente de pueblos enteros con sus distintas costumbres, leyendas y tradiciones gastronómicas.
Foto: Santiago Bayon Vera