Las Arribes es un paraíso con rincones increíbles para poder disfrutar de una calma y una paz que nuestras cabezas nos exigen ante las ajetreadas agendas del día a día.
Las Arribes es aún una tierra por descubrir para muchos salmantinos, que más allá del Pozo de los Humos como lugar más conocido de nuestras Arribes, tienen pendiente poder encontrar y disfrutar esos otros muchos tesoros naturales que guarda el extremo noroeste de nuestra provincia.
Y es que, aunque a veces buscamos paraísos idílicos en los que desconectar lejos de nuestras fronteras, lo cierto es que lugares como La Barca de Vilvestre o el Puente de los Franceses de San Felices poco tienen que envidiar a enclaves de talla y renombre internacional, como tampoco se quedan atrás miradores de nuestra comarca enfocados hacia el Duero o el Águeda en municipios como Villarino, Aldeadávila, Saucelle, Mieza, La Fregeneda o Sobradillo, entre otros.
Ciertamente, Las Arribes es una de esas zonas en las que se hace buena la apreciación de que una foto o un vídeo, por muy espectacular que sea, no hace justicia a la realidad y se queda muy lejos de ella. Así, pararnos a ver serpentear desde un mirador el Duero en el límite entre La Ribera y Portugal, en una especie de fiordos del antiguo y olvidado Reino de León, es algo que todos los salmantinos deberíamos hacer una vez al año, aunque solo fuese por la paz mental que ello ofrece.
Y otro tanto podríamos decir de bajar a pie de río, ya sea en la playa del rostro de Aldeadávila, o en embarcaderos como La Barca de Vilvestre o el muelle de Vega Terrón de La Fregeneda, lugares donde la vista se funde con un horizonte marcado por el agua, por el camino de un Duero que busca el oeste, tentado de dejar de ser fronterizo para pasar a ser solamente portugués más allá de Barca D’Alva, después de haber sido abrazado por el río Águeda y tras recibir la energía de otros como el Uces o el Huebra.
Pero además, como forma de domar el curso natural del río y remansar unas aguas bravías que dificultaban la navegación, las presas de Las Arribes surgen como hitos de la ingeniería en un entorno privilegiado, flanqueadas por altos muros naturales de granito entre los que los muros de las presas son una especie de mano que acaricia el Duero, remansándolo y dejando pasar a su antojo el agua.
No obstante, y especialmente en épocas no secas, las cascadas son otro de los grandes atractivos de Las Arribes, con la espectacularidad del afamado Pozo de los Humos entre Masueco y Pereña, pero también con la impactante e idílica imagen que ofrecen otras de menos fama como el Cachón del Camaces en Hinojosa, el Pozo Airón en Pereña, el Pozo de los Lirios en Masueco, o el Desgalgadero en Villarino.
Y es que Las Arribes es una tierra con mucho que ofrecer para poder disfrutar de una calma y una paz que nuestras cabezas nos exigen ante las ajetreadas agendas del día a día. Un paraíso con rincones increíbles de los que poder disfrutar, con los enclaves más impactantes en las zonas que se despeñan hacia los ríos en La Ribera y El Abadengo, pero con una antesala de lujo como La Ramajería o la Tierra de Vitigudino, que con sus robledales, encinares y peñascales sirven de nexo de unión entre las zonas de dehesas de nuestra provincia y nuestro escondido y casi desconocido noroeste.