Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros. Según la RAE.
Para Durkheim es un aspecto social que se entiende como la capacidad de entregarse a otros individuos pensando en estos como semejantes.
Actualmente muchas personas de distintas organizaciones políticas o sociales enarbolan esa bandera. Se habla en partidos políticos para cobrar impuestos, en fraternidades religiosas para justificar la conciencia y también entre los educadores sociales.
Para mí es una palabra a la que le tengo demasiado respeto para mancharla.
Los que tenemos un trabajo digno en el mundo del bienestar siempre somos unos privilegiados. Hemos podido pagar los estudios a nuestros hijos y hemos tenido una educación. Por lo tanto incluso haciendo horas de voluntariado y asumiendo algunos riesgos por los más desfavorecidos socialmente no dejamos de dar migajas. Evidentemente unos podemos ser más o menos coherentes ideológicamente que otros, pero no conozco a solidarios absolutos.
Tenemos más de lo que necesitamos. Pero no damos la mitad de lo que tenemos, o si trabajamos dos, no dejamos uno de hacerlo para ceder el puesto.
Unos tenemos más vacaciones pagadas y no renunciamos a nuestros viajes a la playa que convertimos en necesidad.
Nos quejamos de nuestros trabajos, exigimos más derechos y nos organizamos en sindicatos. Los sin papeles no tienen sindicatos.
Yo creo que Jesucristo o Gandhi se escandalizarían si vieran la sociedad actual, las desigualdades, la diferencia de oportunidades dependiendo de la familia donde naces, o del país.
Llamarse solidario puede ser soberbia en estas circunstancias. En porcentajes unos u otros podemos ser más o menos solidarios con el vecino o que el vecino. Pero no creo que nadie estemos libres de pecado para tirar la primera piedra. Según la máxima del Evangelio del rico y la aguja, somos elefantes intentando pasar por el ojo de una aguja.
Quiero hacer un llamamiento a la humildad y a no usar con frivolidad esta palabra porque puede confundir voluntades. Un día a día especializado en que cada uno tenemos un rol social hay una gran interdependencia de los unos con los otros por lo que hacer bien nuestro trabajo, ya es una dosis de solidaridad con la sociedad. Si ahorramos un poco de energía también lo somos con el planeta. Hagamos nuestra parte y no nos dediquemos a juzgar con superioridad moral.