OPINIóN
Actualizado 11/04/2023 10:16:18
Santiago Bayón Vera

Mientras los pastores se encontraban fijos en los pastos veraniegos o invernizos, desayunaban y cenaban juntos en el chozo del rabadán, que al ser superior en autoridad al resto disfrutaba de una vivienda mejor y más grande donde también dormía el zagal.

Éste hacía las veces de cocinero y pinche y tenía que ocuparse de las labores de menor importancia como recoger leña, lavar los cacharros, traer agua fresca cada mañana, encender y vigilar el fuego y preparar la pella o masa de harina con agua para alimento de los perros, que no siempre eran las más complicadas ni las más penosas.

Porque las responsabilidades de cada pastor estaban perfectamente delimitadas y el respeto a la jerarquía se anteponía a cualquier tipo de relación, que de otra forma no hubieran podido subsistir.

Foto: Santiago Bayon Vera

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