OPINIóN
Actualizado 29/03/2023 09:26:43
Miguel Mayoral

“La gratitud, consecuencia inmediata de la caridad, brota espontánea en el corazón de los hombres buenos, como las flores en cuidado jardín y las hierbas en fértil prado...”, son palabras de un oficial de la Guardia Civil a finales del siglo XIX. Sin lugar a dudas la gratitud es la memoria del corazón.

La Guardia Civil es un Instituto armado español de naturaleza militar, dependiente del Ministerio del Interior y del de Defensa, que cumple, entre otras, funciones de seguridad. Creada el 28 de marzo de 1844, mediante Real Decreto?, ideada por D. Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada, arranca el 13 de mayo de 1844, siendo este su primer Director General. Nace por la necesidad de disponer de un Cuerpo de Seguridad Pública de ámbito nacional, fuerte, profesional y de amplio despliegue territorial, que respondiera de manera eficiente a las necesidades de seguridad de la España de la primera mitad del siglo XIX, lo cual lleva a cabo con gran éxito.? Sus 179 años de historia continuada, sin alterar su denominación, le otorga la consideración del Cuerpo policial más antiguo de España.

El Duque de Ahumada siempre tuvo presente una gran preocupación por el correcto y honroso empleo por sus hombres de las armas y por supuesto el de las blancas, que eran las que siempre se portaban en todo momento incluso cuando no se estaba expresamente prestando servicio. Así el 4 de agosto de 1846 dictó la siguiente circular que tuvo su origen en un hecho desagradable: “Varias veces algunos Guardias han desenvainado sus sables contra paisanos desarmados. Para llegar a este extremo es necesario que haya una grande necesidad de apelar a él, pues todo Guardia Civil debe tener muy presente el lema de las antiguas espadas españolas, – no me saques sin razón, ni me envaines sin honor - y pocas veces puede haber causa para desenvainarla contra el paisano desarmado”.

El lema de la Guardia Civil es: “El Honor es mi Principal Divisa”, extraído del artículo 1º del Reglamento para el Servicio escrito por su fundador, que literalmente dice: “El Honor es la principal divisa del Guardia Civil. Debe, por consiguiente, conservarse sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás”, y refleja el espíritu que rige al Instituto además de la cualidad más valorada. En su artículo 2º: “El mayor prestigio y fuerza moral del Cuerpo es su primer elemento; y asegurar la moralidad de sus individuos, la base fundamental de la existencia de la Institución”. El honor es fundamental a la hora de servir a los demás y debe entenderse como “la cualidad moral que lleva al más exacto cumplimiento de los deberes”, es decir, como sinónimo de honestidad y honorabilidad. Ser honrado y parecerlo son actitudes necesarias a la vez. Es un principio que no puede cambiar; desde tiempos antiguos o de Cervantes sigue valiendo igual, porque es inherente a la dignidad de la persona, y tiempos atrás era inherente a ser español.

El día 10 de octubre de 1844 la Guardia Civil hizo su aparición en las calles de Madrid con motivo de la declaración de la Reina Isabel II como mayor de edad a sus 14 años. Realizaba su primer servicio consistente en cubrir la carrera de la comitiva desde Palacio hasta las Cortes.

En un primer momento se constituyeron catorce Tercios, compuestos por treinta y nueve Compañías de Infantería y nueve Escuadrones de Caballería, estando integrada su primera plantilla por catorce jefes, doscientos treinta y dos oficiales y cinco mil setecientos sesenta y nueve de tropa. La organización centralista del Estado hizo que el Cuerpo se fuera desplegando por todo el territorio nacional, quedando estructurado por orden descendente desde la Dirección General o Inspección General, denominación según épocas, en Tercios, Comandancias, Compañías, Líneas y Puestos o Destacamentos, llegando así con el paso del tiempo a todos los puntos de soberanía española, incluidas las posesiones de África y de Ultramar.

Su primera intervención tuvo lugar en Navalcarnero, el 12 de septiembre de 1844, al evitar el asalto a la diligencia de Extremadura por parte de una banda de bandoleros. Durante la segunda mitad del siglo XIX la Guardia Civil dará muchos frutos limpiando el territorio nacional de este tipo de delincuencia. La lucha contra el bandolerismo continuó con éxito con la defensa de carruajes, servicio de escoltas y protección de vías y caminos. De tal modo que, en 1854 D. Facundo Infante, segundo Director del Cuerpo, podía afirmar: “El robo de los carruajes públicos no causaba impresión diez años antes y desde la creación de la Guardia Civil, era visto con absoluto asombro”. En España se convivía con una total falta de seguridad y orden.

Curro Jiménez y Andrés López (a) el barquero de Cantillana, perecen en un enfrentamiento con la Guardia Civil en 1849; otras figuras populares como (a) el Tempranillo, Luis Candelas y otros, dejan de ser una amenaza para la seguridad de bienes y personas. En octubre de 1903 se detuvo en la feria de Baena, Córdoba, por parte de la Guardia Civil, al bandolero Manuel López Ramírez, (a) el Vizcaya, siendo este hecho diferente a las demás actuaciones contra el bandolerismo y un hito en la historia de la Seguridad en España, por ser la primera vez que se realizan por guardias civiles vestidos de paisano. El fenómeno del bandolerismo se considerara controlado y aunque aún perduraría unos años, pues en 1907 son abatidos por la Guardia Civil (a) el Pernales y (a) el Niño del Arahal, con una intensidad mucho menor. Se consideró virtualmente erradicado a finales del s. XIX.

Muchos héroes, muchos justos, virtuosos y dignos cuentan en sus anales esta Institución bendita. A vosotros, a todos, se os dedica esta modesta reseña, que tiende a ser útil a los vivos, para que éstos no olviden la grandiosidad de vuestra escuela. La Guardia Civil está más presente que nunca en la realidad española y sabe defenderse con honor. Hay un dicho antiguo castellano que dice: “puede una gota de lodo sobre un diamante caer, puede de igual modo su fulgor oscurecer; pero aunque el diamante esté cubierto de cieno, su valor lo hace bueno; no lo perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante por más que lo manchen todo”. La fidelidad, la dignidad, la honestidad y el amor a los demás siempre serán un valor seguro para las personas capaces de dar ejemplo de ellas. Estas virtudes forman el verdadero valor de la persona y del Cuerpo. España le debe muchísimo.

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