OPINIóN
Actualizado 13/03/2023 07:44:18
María Jesús Sánchez Oliva

Han pasado 19 años desde los terribles atentados de Madrid y nos siguen doliendo como si acabaran de ocurrir.

Homenajes de recuerdo y gratitud

Como cada 19 de marzo el sábado se sucedieron en Madrid los homenajes de recuerdo a las víctimas y de gratitud a los que ayudaron. Aunque fuera en la distancia todos nos sumamos a ellos y lo seguiremos haciendo todos los años. Pero las víctimas del 11-M, como las de todos los atentados, no descansarán en paz hasta que no podamos decirles que tuvieron el triste privilegio de ser las últimas. Y mientras siga habiendo gobiernos que utilizan las mismas armas para premiar que para castigar eso no será posible.

Armas que premian

Con demasiada frecuencia nos llegan noticias de hombres y mujeres que no dudan en ponerse un cinturón de explosivos e inmolarse para salvar al mundo de infieles a cambio de reunirse con Alá en el paraíso. ¡Pobrecillos! Está claro que les sobran tantas lecciones de fanatismo como les faltan de historia. Si pensaran libremente entenderían que si eso fuera verdad los yihadistas que los manipulan no les iban a ceder el sitio. Pero desgraciadamente todavía son muchos los que se sienten orgullosos de morir para matar.

Armas que castigan

Todos recordamos el triste caso de Mahsa Amini. Las calles no tardaron en llenarse de jóvenes manifestándose en contra de tan ridículas leyes, de tan injusta detención, de tan sospechosa muerte, y la reacción oficial no se hizo esperar: algunos fueron detenidos, juzgados, condenados y ejecutados, otros fueron abatidos a tiros por la policía y no sabemos los que desaparecieron como por arte de magia, siguen encarcelados o condenados a muerte porque el velo del silencio obligado ellos sí saben ponérselo bien. Lo que sí se sabe es que, en nombre de Alá, también los mandan al más allá, pero como castigo para que sirvan de escarmiento a los demás.

Monedas de cambio

Nada justifica un atentado terrorista, como nada justifica las guerras ni ningún acto de violencia organizada. Los problemas entre los pueblos tienen que resolverlos los gobernantes. Estos hechos y tantos otros demuestran que quedan muchos todavía dispuestos a resolverlos utilizando las mismas armas para premiar que para castigar con la misma finalidad. Y los ciudadanos ya estamos hartos de seguir siendo sus monedas de cambio.

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