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Actualizado 08/03/2023 15:00:22
Vanesa Martins

Paciente de diálisis peritoneal, unas anginas con 11 años le dañaron los riñones. Desde hace cuatro, se encuentra en lista de espera de riñón

Flor Boyero lleva toda la vida sabiendo lo que es padecer una enfermedad de riñón. Cuando tenía 11 años, a esta salamtina unas anginas atacaron a sus riñones, empezando a deteriorarse de forma progresiva desde ese momento.

Hace aproximadamente cuatro años, su enfermedad dio un paso más y comenzó a necesitar un tratamiento sustitutivo. “Mis riñones no daban más de sí”. Desde ese momento es paciente de diálisis peritoneal y está en lista de espera para recibir un trasplante de riñón de cadáver, es decir, de una persona que, al fallecer, donde sus órganos. El tipo de diálisis que recibe lo hace desde casa, lo que es más “cómodo” y “funciona muy bien”.

Desde el diagnóstico cuando tenía 11 años hasta que comenzó con la diálisis, no ha seguido ningún tratamiento específico. Cuidar la dieta, la alimentación, la sal, la tensión han sido clave, pero “he seguido una vida normal”.

Algo que cambió antes de comenzar la diálisis. “Al final, antes de comenzar con la diálisis, he notado cuando los riñones comenzaban a perder función. Mucho cansancio, dolor de cabeza, subidas de tensión, muchos mareos y vómitos a veces…”. Define esa parte final hasta la diálisis como “muy accidentada”.

La diálisis que recibe es la siguiente: a través de una máquina, del tamaño aproximado de una impresora, salen unas gomas que son 12 líquidos cada noche, eso va hacia un catéter, conectas y la máquina se encargade infundir líquido, capta las toxinas, desecha ese líquido, vuelve otra vez y así varios ciclos. Todos los días de la semana.

Pero la mayor esperanza es recibir un trasplante de riñón, lago que espera desde hace varios años. Una vez recibió una llamada, pero fue una falsa alarma. “Me puse muy contenta, pero al final nada porque, al realizar las pruebas de anticuerpos no terminé siendo candidata, la persona que había fallecido tenía hepatitis y el riñón no se pudo aprovechar”.

Flor vive al día, no quiere hacerse falsas ilusiones y por eso no piensa en que ojalá recibe pronto una llamada directa que le diga: ‘hay un riñón para ti’. “Voy pasito a pasito, no me quiero anticipar porque si no me estreso”. Sin embargo, sabe que recibirlo “sería como volver a nacer, me empezaría a plantear la vida de otra manera, tendría más libertad”.

Una libertad que aprovechar para devolver todo el cariño y el apoyo que está recibiendo durante su enfermedad. De su familia, de sus amigos, de su círculo más cercano y de ALCER. “Me siento como en deuda porque quiero devolver toda esa ayuda”.

Precisamente a ALCER llegó cuando comenzó la diálisis. “En el propio hospital me dieron información sobre una asociación de enfermedades renales. Llamé para ver qué podía hacer aquí o para que me podía servir y, desde entonces, aquí estoy”.

Para ellos solo tiene palabras de agradecimiento. “Es una maravilla, yo estoy super contenta porque es una asociación que ayuda al enfermo desde que tiene miedo antes de empezar, durante el proceso, y en muchas facetas, no solo en apoyo moral”.

Flor, igual que otros pacientes con enfermedades renales u otro tipo de patologías, van pasando por diferentes etapas. “Antes de entrar en diálisis tienes miedo, no porque vaya a pasar algo sino porque piensas que ahora no vas a ser la misma persona, piensas en cómo te va a afectar…. Y el depender de una maquina te da la sensación de que se cortan las alas, que vas a perder tu libertad. Pero luego no es para tanto. Es más, lo que tu te imaginas que lo que de verdad te pasa”.

Por ello, insiste en la importancia de donar, para ayudar a mucha gente a vivir. “No hay que tener miedo, aunque es verdad que es inevitable, estamos muy cuidados los enfermos de riñón al menos aquí en Salamanca”, concluye.

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