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Actualizado 03/03/2023 09:28:18
Rosa M. García

Niños y adolescentes desamparados a los que se les proporciona un hogar temporal mientras se trabaja con los padres biológicos para que puedan recuperar a su hijo; no siempre se consigue

Víctimas de violencia, de abusos sexuales, de la pobreza, del abandono... Son menores en desamparo, que se ven obligados a pasar su infancia o adolescencia, o ambas, lejos de sus padres biológicos, a veces, de forma temporal, pero en otras ocasiones, definitiva. Sus vidas son complicadas: dolor, soledad, tristeza, incertidumbre… Pero hay una oportunidad para recuperar esas infancias y adolescencias perdidas.

Dentro del Sistema de Protección de la Infancia, la Junta de Castilla y León protege y custodia a estos niños y niñas con el fin de que tengan otra oportunidad para sus vidas. Bajo su tutela, unos viven en familias y otros en centros de acogida, en la que los menores conviven temporalmente con otras personas mientras se intentan solucionar los problemas que sufre su entorno familiar.

Se les proporciona un ambiente familiar, una educación, acompañamiento, atención psicológica, etc. El objetivo es cuidarlos e intentar reparar ese daño, esa soledad o esa falta de cariño que tenían en su familia o, en muchos casos, esas carencias que los padres no pueden proporcionarles y se ven obligados a renunciar a ellos por un tiempo para mejorar y ofrecer a sus hijos una vida mejor. Se busca devolver la felicidad a esas infancias por una situación que no pudieron elegir, cuidarlos y darles los que no han tenido, así como acompañarlos hasta solucionar su situación, porque el fin fundamental es que estos menores regresen con sus padres biológicos, por eso, a la vez que se les acoge, se trabaja con su familia biológica para que ese retorno sea posible; algo que no siempre se consigue.

Un total de 111 menores se encuentran en esta situación en Salamanca, según los datos a 31 de diciembre de 2022, facilitados por la Dirección General de Familias, Infancia y Atención a la Diversidad. Viven bajo la tutela de la Junta de Castilla de León en acogimiento familiar o residencial.

Los motivos de desprotección de estos menores son muy diversos y pueden tener más de uno: maltrato físico, maltrato psicológico, negligencia física, negligencia psíquica, abuso sexual, explotación sexual, inducción a la delincuencia, modelo inadecuado, imposible cumplimiento de las obligaciones parentales, abandono y renuncia.

56 de estos menores viven en un entorno familiar, 54 de ellos con una familia de acogida, ya sea extensa (abuelos, tíos…) o ajena (familias de acogida), mientras que dos están en guarda con fines de adopción. En Salamanca, durante 2022 ha habido 26 familias de acogida, que se hacen cargo temporalmente de ellos hasta que su situación familiar se solucione.

Los menores desamparados que no viven con una familia, sea extensa o ajena, se encuentran en acogimiento residencial. En total, a fecha del 31 de diciembre, en esta situación se encontraban 72.

Estos menores en acogimiento residencial viven repartidos en los centros de acogida que la propia Junta tiene en Salamanca o en otros concertados con entidades del tercer sector u órdenes religiosas. ‘Los Molinos’ y ‘Los Charros’ son los dos centros propios de los que dispone la Junta en la capital salmantina, a estos hay que añadir otras siete viviendas-hogar, una de ellas para menores extranjeros no acompañados; en Salamanca, la Junta acoge a 8 niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados. En cada uno de estos centros conviven entre cinco y 15 menores.

El número de menores tutelados por la Junta en Salamanca ha descendido en los últimos años. De esta manera, se ha pasado de los 169 que había en 2019, a los 147 de 2020, los 128 de 2021 y los 111 de 2022. En acogimiento familiar es donde más se nota el descenso: se ha pasado en esos cuatro años de 99 a 56, mientras en acogimiento residencial, de 84 a 72.

En el conjunto de Castilla y León, 1.341 menores están tutelados por la Junta. 662 han vivido en acogimiento familiar, 113 están en guarda con fines de adopción, y 634 han estado en acogimiento residencial. Al contrario que en Salamanca, en el global de la comunidad se han incrementado los menores tutelados bajo acogimiento residencial -en 2019 había 1.280, 569 en acogimiento residencial-. Hay un motivo: se trata de la tutela de 76 menores provenientes de un orfanato de Ucrania que ahora se encuentran acogidos en centros de la Junta. En Salamanca actualmente no hay menores tutelados procedentes de Ucrania, ya que, como se recordará, los que se encontraban en Armenteros se trasladaron a Valladolid.

Situación de riesgo o de desamparo

El acogimiento familiar es la primera medida de protección o cuidado alternativo recomendada por la Ley del Menor, especialmente para niños menores de seis años. La normativa da prioridad al acogimiento familiar sobre el residencial, a la familia extensa sobre la ajena y a las medidas temporales sobre las permanentes.

La Junta de Castilla y León es la entidad pública de protección de la infancia en la comunidad. Una protección que asume la Gerencia de Servicios Sociales y para la que colabora con corporaciones locales y con entidades del tercer sector, como Cruz Roja.

El primer paso para poder dar esa protección es detectar a los menores que están en situación de riesgo o desamparo.

La situación de riesgo se da, cuando sin haber todavía incumplimientos de deberes de protección o atención de un menor, sí se detectan algunas carencias o conflictos familiares, alguna dejación con los menores desde el punto de vista educativo, de alimentación o de higiene, entre otros. De estos casos, normalmente se hacen cargo las corporaciones locales, siendo los equipos de intervención los que trabajan con las familias para intentar reconducir esa situación detectada; se realiza una intervención familiar, con el menor y su entorno; si la situación no se puede reconducir, el menor ya pasa al desamparo.

Una situación de desamparo que además de surgir de esta manera, es decir, cuando no se corrige la situación de riesgo, también se da cuando directamente se detecta un incumplimiento claro de obligaciones parentales o algún tipo de maltrato. En este desamparo es donde actúa la Junta; normalmente, lo primero que hace es tutelar a estos menores para poder intervenir paralelamente también con la familia, porque el principal e ideal objetivo es que los niños estén con sus familias de origen.

Acogimiento familiar

Mientras se trabaja con la familia biológica, si los menores son bebés (0 a 3 años) e incluso hasta los 6 años, la Junta lo que hace de forma inmediata es un acogimiento familiar, ya sea con la familia extensa o una ajena. Al menos es lo primero que se intenta, porque es lo idóneo para esos menores; si no pueden estar con su familia, hay que buscar otro entorno familiar. El año 2022 cerró con 56 menores en acogimiento familiar en Salamanca, 26 en familias acogedoras.

En Salamanca, Cruz Roja trabaja mano a mano con la Junta en los acogimientos familiares ajenos. “Es una medida temporal, desde el inicio lo que se pretende es que el niño pueda volver con su familia biológica. Primero se trabaja con los padres para ver si pueden recuperar a su hijo, si después de un tiempo van cumpliendo los objetivos y el niño se puede incorporar a su familia, se incorpora, pero si no cumplen con los objetivos o desaparecen o renuncian, o por unas circunstancias difíciles no pueden hacerse cargo de su hijo, entonces se toma una decisión más definitiva, que puede ser irse con la familia extensa o a una adoptiva, depende. La Ley dice que los niños deben mantenerse en su origen, hay dos años de plazo para lograrlo”, explica Elena Pulido, responsable de acogimientos familiares de Cruz Roja.

“Se intenta trabajar con esos padres para que puedan recuperar a sus hijos, pero hay veces que se puede y otras no. Ellos se dan cuenta, hay de todo, pero es muy duro también para sus padres”, señala.

Los acogedores “tienen que tener muy clara esta parte, que su función es temporal, que son un puente desde que la Administración toma la decisión de retirar a los niños de su familia biológica hasta que vuelve a tomar una decisión más definitiva con el niño. Mientras tanto, al niño se le ejerce la guarda en una familia acogedora que lo acompaña; esa colaboración es imprescindible porque son en ese momento las figuras de referencia y ofrecen sus casas”.

La labor de las familias acogedoras es fundamental, pero tienen que estar “muy mentalizados” de que es temporal para que el desprendimiento no sea traumático. Para que una familia sea acogedora se hace una valoración profunda y se le da una formación. El contacto cuando tienen un menor es continuo y directo para ver no solo la evolución, si no también para solucionar todos los problemas que puedan surgir.

Además los acogimientos “vienen casi de la noche a la mañana”. Por eso, estas familias acogedoras tienen que tener “tiempo y saber organizarse para estar con él, no podemos tener padres todo el día trabajando”.

Son infancias traumáticas difíciles, por lo que a partir de los 7 años y hasta los diez, explica Pulido, es más difícil encontrar familias para ellos; y de los los 10 en adelante “tiene que ser gente profesional, especializada, que sepa llevar adelante su comportamiento”.

En Salamanca ha habido 26 familias de acogida en 2022. En la actualidad, informa, hay 18 niños en acogimiento y 10 familias disponibles para acogimientos nuevos. Pero “no todas las familias pueden acoger a todo tipo de niños, además no todos los niños son para todas las familias ni todas las familias para todos los niños”, por lo que “el emparejamiento es muy importante y hay que hacerlo con mucho cuidado”.

“Es todo muy complicado”, asegura, “y damos gracias a las familias acogedoras, son necesarias. Es importante tener un abanico amplio de familias para diferentes edades, con diferentes características, para poder emparejar lo mejor que podamos cuando van llegando los niños. Las familias ofrecen su hogar para cuando un niño lo necesita y tienen que estar a gusto con su vida”.

El trabajo en Salamanca está “muy bien coordinado entre la sección de protección a la infancia de Salamanca (Junta) y Cruz Roja, por lo que hemos avanzado en muchas cosas”, afirma Pullido. En este sentido, considera que “es importante que los padres conozcan a las personas que cuidan de su hijo y que los acogedores sepan quiénes son los padres. Es una práctica que hemos conseguido en Salamanca. Hay un punto de encuentro donde se hacen visitas reguladas en cordialidad; en el momento de la presentación también se ponen sobre la mesa los derechos y deberes que tiene cada uno, que lo tengan claro. Se ha demostrado que funciona bien”.

Pulido admira la disponibilidad de estas familias. “Es espectacular, son de una pasta especial y con motivaciones y valores diferentes a los que ahora mismo tenemos en la sociedad. Les dan otra oportunidad de vida a los niños”.

Centros de menores y viviendas-hogar

El acogimiento familiar sería lo ideal para todos los menores, pero es más difícil conseguirlo cuando tienen más de seis años. Por eso, normalmente a partir de esa edad o poco más están en los centros de menores, que son unas viviendas-hogares de pequeñas dimensiones; no tienen nada que ver con los antiguos orfanatos..

Para el acogimiento residencial, en Salamanca, la Junta cuenta con dos centros propios: ‘Los Charros’, destinado normalmente a los niños más pequeños, de cero a seis años, y ‘Los Molinos’, para los más mayores, de los 6 a los 12 años, incluso hasta los 16. A estos se añaden las siete viviendas hogar -conciertos de la Junta con entidades del tercer sector u órdenes religiosas-.

Una de estas viviendas-hogar está destinada a los menores extranjeros no acompañados (Menas). La Fundación Diagrama y la Casa Escuela Santiago I se dedican sobre todo a estos menores inmigrantes que están solos, ya que son entidades que cuentan con personas especializadas y expertas, porque aparte de los cuidados y la atención que requieren los menores, a los migrantes hay que enseñarles el castellano, trabajar con ellos en la integración social, darles una educación y, a los que son más mayores, intentar encauzarlos con una serie de formaciones básicas o para que puedan tener trabajo. Como ya se mencionó, hay 8 inmigrantes niños y adolescentes acogidos en Salamanca.

Un tope de dos años para intentar el retorno a su familia

Mientras están en la tutela de la Junta, ya sea en acogimiento familiar o en residencial, se trabaja mucho con la familia de origen, para poder retornar a ella cuanto antes, ya que hay un plazo tope de dos años para conseguirlo. Pero hay casos que no son recuperables; cuando se considera que no hay solución con la familia biológica y que el retorno es inviable se abre el procedimiento de adopción. Dos menores estaban en guarda al cierre de 2022 con fines de adopción en Salamanca.

Para el procedimiento de adopción se tiene en cuenta la bolsa de familias de Castilla y León. Se inicia el trámite de adopción y, mediante resolución judicial, la familia adoptante obtiene la patria potestad, con lo que el menor deja de ser tutelado por la Junta. Estas familias adoptantes tienen también un seguimiento y acompañamiento por parte de los Servicios Sociales.

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