Vista la evolución de la Región Leonesa desde su inserción en Castilla y León, llevamos 40 años haciendo el canelo, con el único resultado de estar Salamanca, Zamora y León cada vez más hundidas.
Este sábado, la comunidad autónoma de Castilla y León cumplió 40 años de su existencia, o lo que es lo mismo, 40 años desde la aprobación de su Estatuto, un 25 de febrero de 1983, que supuso la carta de nacimiento de esta comunidad, la única con la peculiaridad de haber integrado en su seno a dos regiones históricas de España.
Una circunstancia, esta birregionalidad, que dejaba (y deja) dudas más que razonables sobre su amoldamiento al artículo 2 de la Constitución, que reconoce a las regiones españolas el derecho a ser comunidad autónoma, cosa que no era Castilla y León como la conocemos hoy en día en el momento de aprobarse la Constitución, pero sí las regiones de León y Castilla la Vieja por separado.
Por otro lado, si a la comunidad le dan nombre las dos regiones que la forman, no hay que olvidar que ambas no se integraron por completo, pues solo la Región Leonesa (formada por León, Salamanca y Zamora) se introdujo con toda su integridad territorial en la comunidad de Castilla y León, mientras que de la otra región llamada a integrarse, Castilla la Vieja (formada entonces por Ávila, Burgos, Logroño, Palencia, Santander, Soria, Segovia y Valladolid) se desgajaron dos de sus provincias (Logroño y Santander), que pasaron a formar las comunidades de La Rioja y Cantabria.
En todo caso, ante la vulneración del derecho constitucional de la Región Leonesa a ser comunidad autónoma, cabe preguntarse por qué La Rioja, Murcia o Madrid sí pueden ser comunidades autónomas y el histórico Reino de León o Región Leonesa no. Debe haber territorios españoles de primera y de segunda (o incluso de tercera), por lo que se ve.
Es más, cabe preguntarse por qué cuando se pide que la Región Leonesa esté en las mismas condiciones que otras regiones de España, teniendo su propia comunidad, desde los partidos nacionales se revuelvan acusando a quienes lo piden de querer atentar contra la unidad de España, que es tanto como decir que el hecho de que Extremadura, Aragón, Andalucía o Madrid tengan su propia comunidad autónoma estaría atentando contra la unidad nacional.
Sin embargo, ya se sabe que para lo leonés siempre hay un doble rasero. Y es que parecen olvidarse ciertos sectores de que el segundo cuartel del escudo de España es precisamente el del Reino de León y, por tanto, negar a la Región Leonesa su derecho a la existencia es poco menos que escupir al escudo de España, por mucho que después se den golpes de pecho enarbolando su nombre.
En todo caso, y más allá del derecho constitucional de la Región Leonesa a su autonomía, hemos de plantearnos cuál ha sido el balance de sus tres provincias (Salamanca, Zamora y León) desde su inserción en la comunidad de Castilla y León en 1983. Y ciertamente, los datos socioeconómicos no hablan demasiado bien de nuestra evolución en comparación con el resto de España.
En este aspecto, los datos son claros y señalan que en periodo autonómico la Región Leonesa se ha convertido en la que peor evolución ha registrado en España en despoblación, tasa de actividad, tasa de juventud, tasa de vejez, índice de envejecimiento, crecimiento vegetativo o renta per cápita, entre otros índices, hasta el punto de haberse duplicado la diferencia de renta entre León y Castilla en las tres últimas décadas, si bien, precisamente por esa falta de autonomía propia, sin tener capacidad la Región Leonesa para acceder a una serie de recursos como ciertas ayudas europeas a las que sí tendría acceso por su bajo nivel de renta de ser comunidad autónoma.
Asimismo, cabe remarcar que desde la creación de la comunidad de Castilla y León en 1983, la Región Leonesa ha perdido cerca de 180.000 habitantes (el equivalente a toda la población de la provincia de Zamora), en una evolución mucho peor que la parte castellana de la comunidad, donde la pérdida entre sus seis provincias se situó en torno a los 40.000 habitantes.
Es decir, que de cada 5 habitantes perdidos por la comunidad, 4 eran de la Región Leonesa, habiendo perdido solo la provincia de Salamanca el equivalente a los habitantes perdidos por toda la parte castellana de la comunidad, registrándose los peores datos en términos absolutos en este aspecto en la provincia de León, y los peores en términos porcentuales en Zamora, que se ha dejado 1 de cada 4 habitantes desde su integración en Castilla y León.
En definitiva, que a la vista de la evolución socioeconómica de la Región Leonesa desde su inserción en Castilla y León y el hecho de que se le esté privando de un derecho como región que sí están ejerciendo el resto de regiones, la única conclusión a sacar de los 40 años de pertenencia de la Región Leonesa a la comunidad de Castilla y León es que llevamos 40 años haciendo el canelo, con el único resultado de que Salamanca, Zamora y León estemos cada vez más hundidos. ¿Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?