Su esperada reaparición tuvo lugar ante una audiencia de más de 100 millones de espectadores
Habían pasado siete años desde que Rihanna publicó su último disco y cerca de cinco desde su última actuación en directo, por lo que su reaparición en la final de la Super Bowl, en Phoenix (Arizona), no pudo ser más espectacular, con escenarios colgantes y la cantante brillando con un traje rojo y embarazada. Había dado luz en mayo pero espera otro bebé.
La repercusión mundial del espectáculo fue tremenda, con 63.400 asistentes en el estadio y más de 100 millones de espectadores de audiencia. La actuación de 13 minutos sirvió para repasar sus éxitos.