El periodista Chema Díez ha opinado sobre el centenario de la extinta UDS en la habitual sección de este medio con colaboradores
Tengo raíces charras gracias a mi madre, mi pueblo (Aldearrodrigo), mis dos hijos y mis ya casi 16 años viviendo y trabajando en esta ciudad; pero no soy salmantino ni tengo ese sentimiento de pertenencia a ningún club actual ni a un equipo de fútbol que hoy hubiese cumplido 100 años de vida, como fue la extinta UD Salamanca.
Pero, si me hubiese ocurrido esa desgracia deportiva y afectiva con el Real Valladolid, club por el que sí tengo ese arraigo, pasión y vida, entendería a la perfección lo que muchos aficionados al fútbol en Salamanca llevan viviendo desde ese fatídico 2013. Solo los que entendemos el fútbol como algo más que una afición o un rato de esparcimiento podemos entender lo que significó.
Gracias al periodismo (mi denostada profesión) pude vivir en primera persona y transmitir a la sociedad salmantina los dos últimos años de vida de la UD Salamanca, su trágico final y su anhelo por ver cómo algo propio se moría dentro de cada uno de sus aficionados.
De hecho, pude ser uno de los testigos directos de la disolución directa de la UD Salamanca en la puerta de los juzgados de la capital tras las declaraciones de los administradores concursales en esos momentos. Sí, eso ocurrió hace ya casi diez años… ¡cómo pasa el tiempo!
Los recuerdos que tengo de la UDS me los ha dado mi trabajo, con la única excepción de esa noche de Reyes que no hace falta recordar porque a todos los aficionados al fútbol en ciudad y provincia se les ilumina la cara con solo imaginarla de nuevo. O la crítica situación vivida por Miguel García en pleno partido, la clase de Jorge Alonso, la salvación ‘in extremis’ con el gol de Kike López y D’Alessandro en el banquillo o el ‘caso Stelea’, por nombrar solo algunas.
Lo que pasó después todo el mundo lo sabe, no hace falta explicar nada más: aficiones enfrentadas por dos maneras diferentes de entender el fútbol, mucha crispación y odio y ausencia de respeto ante lo que cada uno puede pensar y querer para su club de fútbol. Yo tengo mi preferencia, mi inclinación hacia una idea sobre la otra, aunque las dos me han sacudido afirmando que soy ‘pistero’ o ‘engendrista’. Pues no, soy del Real Valladolid, por eso puedo hablar desde la distancia y la serenidad.
Cada uno que defienda su opción, su sentimiento, su razón de ser, su club, su identidad… pero lo que nadie puede negar es que hay una cosa mucho más clara como el agua: que la UD Salamanca nació en 1923 y murió el 18 de junio de 2013. Es lo único cierto.