OPINIóN
Actualizado 07/02/2023 08:52:51
Francisco Delgado

Ahora que ya sabemos con certeza la influencia decisiva de los árboles y otras plantas sobre nuestra salud y sobre la climatología, tan decisiva que a muchas personas les parecerá increíble o exagerada, es el momento de reivindicar en y por todos los medios la presencia y la plantación de árboles en las calles y barrios de nuestras ciudades.

Solo el dato científico de que si en un barrio o ciudad hay un 30% de su superficie ocupada por zonas verdes, las olas de calor que se avecinan en los próximos veranos no tendrán la consecuencia mortífera sobre su población, como ha ocurrido el verano pasado, es ya suficiente para justificar que los ayuntamientos prioricen la implantación o ampliación de parques, jardines, arboleda en las calles, sobre cualquier otro proyecto urbanístico que pase por incrementar el cemento.

Además de las muertes por las olas de calor que hemos sufrido y sufriremos, y que no han sido contabilizadas con gran precisión ( suponemos por lo súbito y la intensidad de su comienzo) también están demostradas otras consecuencias del calor sobre la salud de la población y sus comportamientos: en la población infantil y juvenil se ha demostrado un mayor déficit de atención y concentración, por lo tanto más fracasos en los estudios, en aquellos barrios, incluso en aquellas calles, que tienen poco o ningún arbolado, comparado con las calles que sí lo tienen; y en la población general mayores niveles de ansiedad, insomnio, inquietud, en las zonas con poca o ninguna vegetación que en las zonas arboladas.

En general, sería muy útil para cada persona y también colectivamente, que aumentara significativamente la valoración subjetiva de disfrutar de zonas verdes y plantas en el lugar donde se vive. No ocurra como ocurrió hace unas semanas en esta ciudad, Salamanca, cuyo Ayuntamiento había previsto la implantación de un carril bici en el Paseo de San Vicente (muy loable) ¡a costa de cortar un gran número de árboles centenarios ubicados en el mismo paseo! Menos mal que escuchando las protestas del grupo ecologista y de muchos salmantinos, el Ayuntamiento dio marcha atrás y respetó los valiosos árboles del paseo.

En numerosas civilizaciones y culturas muchos árboles han sido objetos sagrados. Y como tal objetos intocables. Lo cual no es ninguna tontería si consideramos la gran utilidad de los árboles para el ser humano y para muchas otras especies, y la gran belleza que aportan a nuestro hábitat. Tampoco le faltaría sentido a la propuesta de que se inculcara en la población escolar el amor a los árboles en particular y a la naturaleza en general.

Si todos amáramos más a los árboles, aunque las empresas constructoras se quejaran de tener menos espacio para la construcción, estas terminarían pensando que sus construcciones ganarían más belleza y salud, rodeados de árboles y plantas.

Algunos de los árboles que nos rodean tienen mayor antigüedad que cualquier ser humano. ¿Cómo es posible que a un ser vivo que existe mucho antes de que cualquiera de nosotros naciéramos ya estaba ahí, no le respetemos al menos como respetamos tradiciones, leyendas y valores de nuestra civilización?

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