OPINIóN
Actualizado 26/01/2023 08:19:12
Manuel Rodríguez García Marogar

Durante muchos años, cuando entrené en los años setenta y principios de los ochenta, dediqué muchas sesiones teóricas a “destruir” dogmas de la calle en el entendimiento del fútbol. Cuando iba a ver fútbol de los equipos de niños, veía con qué entusiasmo defendían muchos padres y entrenadores (A voz en grito…) aquello de ¡Juega a la primera… a la primera…!

Lo habían aprendido así y se creían que eran “avanzados” del fútbol porque se cumplía aquella premisa, creían que el fútbol era más rápido, más perfecto, hacía mejor a los pequeños futbolistas y al propio equipo…

Ya insistía Menotti en su libro “Fútbol sin trampa” sobre el “control” de pelota y aludía a la necesidad de no perder el toque, insistía sobre la buena recepción del balón en un primer contacto, acomodamiento del cuerpo perfilándose adecuadamente y salida orientada del esférico (un segundo toque) para tener pensada ya la próxima dirección a seguir del juego (tercer toque). Si la precisión y la velocidad eran posibles, ¿por qué no se iba a utilizar un exclusivo toque? Ahora bien, lo señalado eran orientaciones técnicas para profesionales del fútbol. O sea, repito, no enfatizaba sólo por un primer toque, sino que propugnaba hasta tres toques, sin que el juego pierda velocidad de ejecución.

Piensen conmigo la extrema dificultad para que un niño de 13 años domine varias situaciones alternativas, como que un compañero le entregue la pelota y como receptor ya haya mirado la posición de contrarios y otros compañeros, antes de que el balón le llegue. De manera precisa, al recibir el balón y “darla de primera”, el juego tiene que seguir siendo exacto, la pelota no debe perder continuidad de un compañero a otro… Esta precisión no está al alcance de jugadores jóvenes aún en formación de su técnica y percepciones espaciales. Por tanto, para mí “es un error aconsejar a los niños que jueguen al primer toque”.

Porque les exigimos unas cualidades prácticas de las que aún no disponen y, con ello, casi les obligamos a que pierdan la pelota, el juego se interrumpa y el fútbol practicado sea impreciso, perdiendo su esencia de juego combinado y ligado entre jugadores del equipo sin pérdidas de balón. Así que, entrenadores, aficionados, padres, adapten sus creencias y no aconsejen a los niños que “jueguen de primera”. Incluso, exagerando un tanto la nota, hasta 14 años yo aconsejaría a los niños que “chupen pelota”, “que regateen”, “que conduzcan la pelota dentro del área” y que sean compañeros de sus compañeros apoyándose en ellos para no perder la pelota, compartirla según lo precise el juego, y superar a los contrarios.

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