OPINIóN
Actualizado 17/01/2023 08:38:13
Ignacio Martín

O centennial, o conflicto generacional… O nada de eso, simplemente que uno es chismoso/cotilla y en las filas se aburre y se pone en modo «pensar en el siguiente ‘charro’».

INTERIOR. DÍA. Fila de la farmacia del Seguro (así le decimos por aquí al IMSS, o sea, a la Seguridad Social); para que se ubiquen, esa fila es equivalente, en México, al “ir por recetas” o “ir a recetas” de allá (sí, aunque me viniera en los 90 para acá, no se me olvidan usos y costumbres).

VOZ EN OFF. Llego, preparándome para una hora de espera y enseguida me hace plática (mexicanismo para "dar conversación") el señor de delante –que me debe ver cara de experto– y me pregunta si siempre es así la fila y cuánto creo que se tarde porque iban a pasar por él en cinco minutos… Le menciono la hora y me pide que le guarde el lugar para salir a avisar.

Delante de nosotros, una jovencita (persona jovencita, quiero decir) con unos de esos audífonos (cascos) tamaño XL y pelo teñido de rubio y muy cortito.

Pasa el tiempo, la fila avanza lento, me temo que no me equivoqué en mi previsión; el señor me vuelve a pedir “que le guarde tantito el lugar”, que no puede estar mucho de pie (yo tampoco debo, pero prefiero estar moviendo los deditos de los pies dentro de mi cómodo/a tenis/zapatilla a estarme sentando y levantando, arriesgándome a que, al volver, alguien me desconozca). Con el señor sentado, la persona de los audífonos me pide también que le guarde el lugar; ella (la persona) sí para ir a otra ventanilla.

La fila hace una curva que impide la vista panorámica.

Vuelve el señor y “se saca de onda” porque, me dice, al reconocerme, que se despistó al no ver “al chavo”; de manera diplomática, con miras a evitar una represalia por no usar un término como persona no binaria, que a lo mejor era el apropiado, menciono que “la chavita” había ido a otra ventanilla...

Vuelve la chavita/persona no binaria/chavito y, con todo y audífonos, retoma su lugar en la fila y en su burbuja musical, justo delante de mí, lo que me permite ver que, además de escuchar tal vez la última de Shakirita la del Barrio, juega a algo que parece la pista del autocross; claro, en digital.

Como nuestro lugar en la fila está ahora frente a la ventanilla de las pensiones –la de los trámites para jubilaciones y demás–, el ya mencionado señor de delante me pregunta si yo también soy pensionado. Aludo jocosamente a mis canas diciendo que, aunque las peine (poco), aún me queda para cobrar jubilación... La confesión de mis 54 provoca una cara en el sesentón que fue de la incredulidad a la condescendencia. Yo creo que disimulé bien el “qué se cree este tío viejo”.

De repente, la persona joven de cabello corto pela los ojos –o sea, se pone ojiplática– y me dice, con voz asustada: ¿pero es que esta es la fila para la farmacia? Y, tras mi respuesta afirmativa, mi “no me digas que no era la fila que debías hacer” queda blowin´ in the wind y la persona de la burbuja se va con la música a otra parte.

Un poco de pena –en sentido peninsular, que aquí pena, en este contexto, se entendería más bien como vergüenza– sí me dio, la verdad; no vayan a pensar, para nada, que, como viejito, me dije que eso les pasa por estar a su bola. O a su burbuja.

Y ya me tocó, rebibí mis medicinas y dejé de tomar apuntes en el móvil/celular.

Releer y retocar, ha quedado un guion mono… o sea, de monólogo...

NOTA DEL EDITOR. Creo que se refiere a stand up.

NOTA DEL AUTOR. Es verdad, creo que lo de monólogo también es viejuno y ya gasté mi derecho a un toque vintage con la alusión dylanesca y la referencia a uno de los juguetes más deseados de mi infancia.

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