OPINIóN
Actualizado 26/11/2022 09:55:14
Julio Fernández

La violencia política que sistemáticamente ejercen los representantes públicos de la derecha y la ultraderecha contra miembros del gobierno central en la sede de la soberanía popular, demuestran la ira, el odio y la incompetencia de quienes la practican. Se está señalando (y hay motivos más que suficientes para ello) a una diputada de Vox por vomitar odio en el estrado del Congreso a Irene Montero, calificarla de “libertadora de violadores” y por decirle que “el único mérito que tiene usted es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”, y hay motivos para ello, por supuesto; pero las expresiones nauseabundas no sólo proceden de políticos de Vox, sino del PP y de Ciudadanos. Ahora parece que la portavoz popular Cuca Gamarra se alarma por las expresiones de la diputada ultra, pero ella también las ha proferido, calificándola de “inmadura o infantil” y un diputado de esta formación tan sólo un día antes en el Congreso la calificó de “inútil y soberbia”. Además, este diputado no retiró sus palabras a petición del diputado de Esquerra, Gabriel Rufián, sino que ahondó más en la herida diciendo que ni la ministra ni el Ministerio de Igualdad son “útiles”.

Si nos salimos del Parlamento, los insultos, descalificaciones e imputaciones criminales son absolutamente despiadadas. Mientras todo esto sucedía, Ayuso sigue a lo suyo y reiteradamente y en actos públicos insiste en que el gobierno va a “meter en la cárcel a la oposición”, que va a sustituir el régimen democrático por una “república bolivariana” y que el propósito de la izquierda asesina es controlar a los medios de comunicación para perseguir a la oposición. No me gusta imitar las palabras utilizadas tiempo atrás por una ex ministra de Aznar, cuando dijo aquello de “se cree el ladrón que todos son de su condición”. ¿Reconoce Ayuso lo que ha hecho con Telemadrid? ¿censura las palabras incendiarias que proclaman algunos periodistas de alcoba que sistemáticamente están expresando odio y resentimiento contra la izquierda en general e instigando constantemente a la violencia verbal contra el gobierno, manipulando e intoxicando la realidad? Expresiones como “los que sueltan violadores, los que defienden pederastas, los que indultan corruptos y golpistas, los padres de toda violencia”, proferidas por Abascal hace unos días, están en la boca, no sólo de líderes de la extrema derecha, sino también de la derecha política y mediática; por supuesto también del “moderado” Feijóo, un político teledirigido por la extrema derecha de Ayuso que ni tiene criterio, ni autonomía y es una mera marioneta al servicio del ala más dura y radical de la política y de los medios de comunicación. Y todo esto escapa a cualquier interpretación amplia de la libertad de expresión constitucionalmente reconocida. La libertad de expresión también tiene límites, como es lógico y los políticos de la derecha tienen la fea costumbre –adquirida por tradición, casta y educación- de hacer un uso desviado del derecho y hablar de libertad de expresión cuando son ellos los que la practican y de una forma desviada y errática, pero la condenan firmemente cuando son otros los que la utilizan.

El ejemplo meridiano lo tenemos muy reciente: Hace tan sólo unos días, después de la multitudinaria manifestación de Madrid contra las políticas sanitarias del gobierno de Ayuso, ésta y sus aduladores (que lo hacen como bufones de la Corte en la época medieval a la “superiora intelectual y moral” de su Príncipe) políticos y mediáticos dijeron que en esa manifestación se dijeron frases del estilo de “Ayuso asesina” y que, como a ella acudieron “izquierdistas, comunistas y sediciosos”, todos ellos son responsables de los insultos, también los sanitarios que acudieron, que ya sabemos son todos unos “rojos y viles comunistas”. En cambio, cuando en el desfile del 12 de octubre varios de los presentes profirieron insultos del estilo de “cabrón, hijo de puta, asesino” y otras lindezas al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, la señora Ayuso se acercó hacia los manifestantes animándoles y jaleándolos a que se siguieran expresando en los términos de los insultos y la protesta. Los señores de la derecha, no sólo utilizan diferente vara de medir, lo que les ocurre es que sólo creen en el sistema democrático cuando son ellos los que mandan, los que manejan, los que mangonean, manipulando la información a su antojo y engañando a los ciudadanos. Cuando esto ocurre, cuando mandan, se vuelven amables y comprensivos hacia el adversario; eso sí, mirándoles desde la superioridad moral en la que se creen vivir siempre. Ya lo dijo un líder de Vox en el Congreso días pasados. Ejercen la “caridad vertical” con los súbditos y no la “solidaridad horizontal” con los ciudadanos. No soportan que la izquierda gobierne, nunca reconocerán la legitimidad democrática cuando no sean ellos los que reciben el apoyo mayoritario del pueblo soberano.

Y, claro, para ello mienten como bellacos, acuden a las “tripas” del electorado con palabras y frases destructivas, buscando en enconamiento social: “han expulsado a la Guardia Civil de Navarra”, “con cómplices de ETA, que querían matar a los Guardias Civiles”. ¿Ignoran que algunas competencias, como las de tráfico, se pueden transferir a las Comunidades Autónomas? ¿No fue el gobierno de Aznar el que pactó con el gobierno de Navarra la transferencia de esas competencias? ¿No fue ese presidente el que entregó las competencias de tráfico a la Generalitat catalana en el pacto del Majestic con Jordi Pujol, en 1996? ¿De qué se escandaliza ahora esta derecha cavernaria y rencorosa? ¿Qué hace el monigote de Feijóo defendiendo las mismas tesis de Ayuso, Aznar y de los políticos de Vox? ¿no llegó Feijóo para aminorar el enfrentamiento político provocado por Casado y a negociar y pactar? ¿No dicen ser constitucionalistas? Pues la Constitución garantiza el Estado Autonómico y las Comunidades Autónomas tienen previsto en sus Estatutos asumir determinadas competencias. Por tanto, respetemos la Carta Magna para todo, no sólo para lo que nos interese. La actuación de la derecha troglodita sólo se califica con una palabra: ¡hipocresía!

La intoxicación informativa interesada llega a tal calibre que, por ejemplo, respecto a la denominada Ley del “solo si es si” -que, recordemos, es una ley integral contra todo tipo de violencia sexual- aparte de las medidas penales que han sido muy criticadas por la derecha y la ultraderecha (a mi juicio de forma indebida jurídicamente hablando, ya que en la inmensa mayoría de los casos no se van a revisar condenas por no ser más favorables para el reo en su conjunto las normas de la nueva regulación), tiene medidas preventivas y de sensibilización en multitud de ámbitos (educativo, sanitario, socio sanitario y servicios sociales, laborales, en la administración pública, la castrense, la de centros penitenciarios y de detención, etc.), de formación de profesionales en todos los ámbitos y, por supuesto, una red de ayudas económicas públicas a las víctimas de violencia sexual; ayudas económicas compatibles e independientes de las acordadas en sentencia judicial. Además, modifica muchísimas leyes, aparte del Código Penal, como la de Enjuiciamiento Criminal, la de educación, la de ayuda y asistencia a víctimas de delitos violentos y contra la libertad sexual, la de extranjería, la de responsabilidad penal del menor, el Estatuto de la Víctima, el Código Penal Militar o el Estatuto de los Trabajadores, entre otras.

Y todas las modificaciones son para proteger más a las víctimas de delitos sexuales. Incluso en los interrogatorios judiciales no se va a permitir que se realicen preguntas innecesarias, capciosas, sugestivas o impertinentes a la victima, tales como las que afecten a su vida privada o su intimidad sexual, que no guarden relación con el hecho delictivo enjuiciado (artículo 709.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal). Por tanto, ya no serán viables preguntas que culpabilizan a la víctima como, ¿por qué llevaba usted minifalda, ya que pudo provocar la conducta del sujeto? ¿por qué se cambió usted de ropa delante de él, ya que se quedó mirando hacia su cuerpo y pudo provocarle un irrefrenable instinto sexual? Y otras de ese tipo que se han seguido haciendo, a pesar de que suponen una angustia grave y un sentimiento de culpa en la propia víctima. ¿Por qué el señor Feijóo no habla de todos estos contenidos de la ley integral y que suponen un avance considerable en la protección de la víctima de los delitos sexuales? Porque no les interesa, porque saben que son mejoras sustanciales y no quieren que así sea porque no las han elaborado ellos.

Pero dejemos que sigan ladrando, ya lo dijo Goethe en su poema “ladran”:

Cabalgamos en todas las direcciones

en pos de alegrías y de trabajo;

pero siempre ladran cuando

ya hemos pasado.

Y ladran y ladran a destajo.

Quisieran los perros de la cuadra

acompañarnos donde vayamos,

más la estridencia de sus ladridos

solo demuestra que cabalgamos.

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