Pues sí, ya somos más de 8 000 millones de personas en el mundo. Damián, un bebé nacido en República Dominicana, el pasado martes día 15, representa haber alcanzado ese número de habitantes en el planeta Tierra. La aportación de España para ese incremento de la humanidad ha sido nulo, más bien negativo, ya que, en el 2021, nacieron 337 380 bebés, la cifra más baja de los últimos 80 años. Representa un 1,5% menos de nacimientos que en el 2020. Por el contario, fallecieron 450 744 personas, un 8,7% menos que en el 2020, arrojando un saldo vegetativo de 113 364 persona menos, decrecimiento de la población española.
El hecho de concretar la cantidad de población en un nacimiento, un día y un lugar determinado, supone una ficción. Porque resulta imposible saber con exactitud cuántas personas hay en el planeta. Mas, a pesar de esa dificultad, la ONU escogió el pasado 15 de noviembre para hacer la mejor estimación posible, en relación con los habitantes del mundo.
Nótese, querido lector, que las cifras no llevan punto ni coma. El motivo es que esté artículo será leído en diferentes zonas del mundo, en las que esos signos tienen valores contrapuestos y podrían generar ambigüedad o inducción a errores. Por eso, nos atenemos a las orientaciones de las 23 Academias de la Lengua Española, según su Ortografía del 2010 y teniendo en cuenta, también, las normas establecidas por los organismos internacionales de normalización, como la Oficina Internacional de Pesos y Medidas, así como la ISO (International Organization for Standardization ‘Organización Internacional para la Estandarización’) Con acuerdo de todas ellas, se estableció un uso común, para el punto y la coma en medio de las cifras, que permita la correcta interpretación de las cifras con independencia del contexto geográfico en el que se den o se lean. Estas normas establecen que solo se emplee un espacio en blanco, para separar los grupos de tres dígitos en los números de más de cuatro cifras. Si bien es cierto que, en España, seguimos utilizando el punto sin que se perciba ningún error o confusión, ni por quienes escriben ni por quienes lo leen, pero dado el carácter universal del tema y la posible lectura por personas de diferentes culturas, creímos oportuno aplicar las reglas citadas.
España no ha aportado nada en el último año al crecimiento demográfico y Europa muy poco en la última década, debido a la bajísima tasa de natalidad. La tasa bruta de natalidad, es aquella que muestra el número de nacidos vivos por cada 1 000 personas y que, en la Unión Europea, viene disminuyendo desde el 2008, hasta bajar a 9,1 en el 2020. El 80% de los nacimientos que han impulsado el crecimiento de la humanidad se producen en los países en vías de desarrollo, donde el acceso a los métodos anticonceptivos es más difícil, entre otras muchas causas.
Este crecimiento exponencial de los humanos sobre la faz de la Tierra, pone de manifiesto una de las características más significativas de este tiempo que nos ha tocado vivir y que no es otra que la aceleración. La humanidad tardó 125 años en pasar de los 1 000 a los 2 000 millones de habitantes. Ya en época contemporánea, la población humana del globo terráqueo llegó a duplicarse en cuatro décadas. En 1959 había 3 000 millones de personas, en el año 2000 el número de almas alcanzó la cifra de 6 000 millones, y, en tan solo dos décadas después, hemos sobrepasados los 8 000 millones. En 12 años la población mundial se ha incrementado en 1 000 millones de personas. Asia aglutina más de la mitad de la población humana, seguida del continente africano.
Según las estimaciones de la ONU, el pico más alto de población se alcanzará en el 2080, con una cifra de 10 400 millones de personas, permaneciendo estable hasta el año 2100. Habrá muchos países que duplicarán su población en el horizonte del año 2050. India, República Democrática del Congo, Nigeria, Pakistán, Tanzania y Filipinas, concentrarán el mayor crecimiento. Ya en el 2023 se prevé que la India haya sobrepasado a China como país más poblado.
Esta carga poblacional del globo terráqueo, plantea varios interrogante y reflexiones necesarias para el futuro. La primera de ellas es si habrá alimentos para todos, porque ¿A cuánta gente puede alimentar la Tierra? No parece que haya problemas para la alimentación, por cuento la producción mundial de alimentos puede mejorar mucho, apoyada por la técnica. Hoy día, un tercio de los víveres que se producen acaban en la basura, lo que debería ser incompatible con los 800 millones de personas que pasan hambre. Pero eso no es cuestión de capacidad de producción, sino de distribución, de desigualdades y de solidaridad.
Teniendo en cuenta el comportamiento humano para con el planeta, otras reflexiones necesarias son: ¿Es sostenible ese nivel de crecimiento?, ¿Se podrá hablar de desarrollo sostenible?, ¿Soportará el medio ambiente la explotación de los recursos necesarios?, ¿Llegará a ser necesaria una política de natalidad universal y, si así fuera, se podría llevar a cabo?, ¿Será posible un mundo mejor?.
Con el modelo actual de consumo, el crecimiento rápido y sostenido de la población tendrá un gran y dramático impacto medioambiental, que puede condicionar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en su ambición de que la extracción y utilización de recursos no perjudique al medio ambiente y, por ende, empeore el cambio climático.
Escuchemos a Melendi en "Habitantes de un mismo planeta":
https://www.youtube.com/watch?v=5scgI0Le3cg
Aguadero@acta.es
© Francisco Aguadero Fernández, 18 de noviembre de 2022