SOCIEDAD
Actualizado 18/11/2022 16:06:49
Vanesa Martins

Lleva desde 1995 acogiendo estudiantes de español en su casa. Toda una vida que, aunque ahora ha tenido que aparcar, quiere volver a recuperar en un futuro próximo

Norteamérica, Italia, Arabia Saudí, Francia u Holanda, son algunos de los países en los que Lini Oliva tiene “hijos”. Esta salmantina, que prefiere no mostrar su rostro, lleva desde 1995 acogiendo a estudiantes extranjeros de español en su casa. Algo que ya es tradicional en ella y que, como dice a este medio de comunicación, “comenzó como una casualidad”. Conoció a “una amiga cuyos padres eran profesores en la Universidad Pontifica”. Lini se acababa de independizar, tenía 27 años y “me propusieron acoger a estudiantes”. Así comenzó su aventura.

Desde 1995 ha acogido de manera interrumpida a estudiantes procedentes de todas las partes del mundo. Ahora, debido a una enfermedad, ha tenido que posponer su colaboración, pero “si es posible, porque estoy bastante mejor, quería volver a retomar y a acoger alumnos, peor bueno, eso es un poco de cara al futuro, porque yo hasta febrero que tengo la revisión no puedo hacer planes, entonces no se pueden planear las cosas porque no dependen de mí”.

Recuerda con una sonrisa y nostalgia los primeros estudiantes que llegaron a su casa, con los que sigue en contacto. “Hablamos, nos llamamos y mantenemos el contacto”, dice mientras ríe al otro lado del teléfono.

“De los primeros que acogí había un chico americano, de California. También de Francia y de Japón, de Holanda. Estos fueron los primeros. La verdad que sigo y mantengo el contacto con ellos, con la gran mayoría, y en especial con una chica japonesa que para mí es como una hermana, porque yo era muy jovencita cuando empecé. Yo tenía 27 años y claro”.

El cariño y los lazos que formaron son tan fuertes que, en los últimos meses, con motivo de su enfermedad, muchos de ellos han vuelto a Salamanca solo par verla. “Se han cogido un avión desde EE. UU., Arabia, Italia…. Para venir lo que es un fin de semana a visitarme. Me han dado unas sorpresas imposibles de explicar”, explicar.

Además, unos lazos tan fuertes que vienen con invitaciones de boda. “Este año se casa una chica italiana de Milán, y estaba empeñada en que fuera a la boda”. Pero no es la única vez. “Hace poco también vino un chico de Arabia Saudí, que estuvo aquí hace 10 años, y vino para verme y decirme que se casaba y que si yo estaba bien que fuera a su boda que me pagaba todo”. Pero también historias como la de uno de sus hijos de Rusia. “Cada vez que viene a Madrid por trabajo, coge un taxi para venir a verme”. Incluso padres han venido hasta aquí para agradecerles por como cuidó y trató a sus hijos. “Para mí es una gran satisfacción”.

Lini es como su madre, como su hermana. Ya es parte de la familia de ellos y ellos son parte de su familia. “Ellos me llaman mamá. Les ayudo con la gramática, con los deberes… una vida familiar normal o cualquier madre con sus hijos, si tienen un problema me consultan, si están enfermos y tengo que ir con ellos al médico voy, algo normal”.

Acoger a estos estudiantes le ha aportado “una grandísima riqueza cultural, una experiencia increíble, evidentemente ha habido cosas malas también en algunos momentos, pero podemos decir que el 90% de las personas no bien, sino que muy bien y excepcional con ellos. Para mí ha sido una experiencia maravillosa en general y en todo, porque conoces gente de todos los noveles sociales, de todas las culturas, de todas las religiones, de todas las razas. Y cuando vives con personas así en tu casa todos son igual”.

Por su casa ha pasado gente de todas las clases sociales posibles. “He tenido gente que pertenecía a la nobleza, gente cuyas madres trabajan limpiando casas y una cosa ha sido igual para todos: aquí eso daba igual, en mi casa todo el mundo es igual”. Gente con familias multimillonarias y gente cuyos padres han tenido que pedir préstamos o ayudas para que sus hijos hayan podido venir a estudiar a Salamanca. “He tenido gente de Palestina y de Israel comiendo junta en la misma mesa”.

Recomienda esta experiencia sin pensarlo. “Es una experiencia increíble, hablo todas las lenguas, pero a medias: portuñol, itañol, arabeñol, francesñol… “dice mientras ríe.

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