OPINIóN
Actualizado 09/11/2022 07:54:35
Raúl Izquierdo

Sí, hay personas que me quitan energía, ¡qué le voy a hacer! Y puede que ellas no lo hagan sabiendo lo que me producen, pero el hecho es que su sola presencia me supone un esfuerzo existencial extra. Hay personas que escupen su toxicidad hacia mí cuando las escucho o cuando las veo y no siempre puedo salir corriendo. No sé si puedo decir que hay personas tóxicas en general, pero sí puedo asegurar que yo las vivo con referencia a mí como venenosas y nocivas. Nuestros abuelos ya decían que el trato con los que alegrías te dan, y hoy los que saben mucho dicen que necesitamos “personas-vitamina”, personas que nos aporten alegría, chispa, ilusión por vivir, ganas de hacer cosas.

Pero si me miro a mí mismo, dado que me tengo tan cerca, veo que en no muy lejos de mí se mueven seres humanos grises, alicaídos, víctimas continuas de la sociedad y el sistema, tristes profundos con pena perenne, anodinos eternos, pansinsal de andar por casa. Y encima con el peligro de que te pueden chupar la energía positiva con sólo unos minutos de contacto. Es un riesgo que creo que tengo asumido, pues en la jungla de la sociedad no hay leones ni panteras, ni siquiera vampiros, pero está llena de estas criaturas que revolotean acechando víctimas incautas.

Lo primero en la estrategia es detectarlos. Sí, saber quiénes son y ponerles nombres y apellidos si los sabes. Lo segundo, minimizar su impacto y su influencia en tu propio entorno, es decir, caso el mínimo y utilizar mucho la doble corriente ventricular, en la que lo que entra por un lado sale por el otro… Lo tercero, aceptar su existencia en todos los ámbitos posibles como el familiar, el laboral, en los conocidos, en los allegados…. Y finalmente, contrarrestarlos con gentes que te hacen bien, te aportan positividad, alegría y paz, que también las hay.

No me preocupan tanto los seres que pueden ser dañinos para mí, pero luz y guía para otros, porque para eso se hicieron los gustos, los colores…. Los verdaderamente peligrosos son los que son grises para una mayoría y tóxicos para casi todos.

El pensador italiano Cipolla definió a los “idiotas” como esas personas que causan un daño a otra persona o grupo sin obtener un provecho, incluso obteniendo un perjuicio. No debemos subestimar su existencia pues están presentes en cada estamento, condición, profesión y género.

Hay personas con las que “no podemos” y ya está. Busquemos su antídoto en personas que nos aporten lo contrario, que nos den lo que otros nos quitan. Vamos a rodearnos de gente con la que merezca la pena compartir unos minutos de nuestro precioso tiempo. Y por qué no, seamos energía y bebida isotónica para otras y otros, que la gente hoy pasa mucha sed de buenas compañías.

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