Tanto el Príncipe de Asturias como la Princesa de Asturias, es la misma institución, personificada en un hombre o una mujer, depende de quien, en cada momento de la historia, esté llamado a ser el heredero de la Corona española, en plan de igualdad de género.
Hay que tener en cuenta que Asturias es un territorio situado en el norte de España, con una marcada identidad histórica e instituciones definidas, pero que perdieron influencia durante el siglo XX. La llegada de la democracia alumbró la Constitución de 1978 y con ella se recuperaban las instituciones asturianas más significativas: el título de Príncipe de Asturias para el heredero de la Corona española y el de Principado para el territorio asturiano.
En el marco de la nueva España de las autonomías que consagraba la Constitución, Asturias se erigió como una de las 17 comunidades autónomas, tomando el nombre de Principado de Asturias, estableciendo así un vínculo entre el Príncipe heredero y su Principado. El fortalecimiento de ese vínculo fue el germen para la creación de la Fundación Principado de Asturias que, enseguida, pasaría a llamarse Fundación Príncipe de Asturias, organizadora de los Premios Príncipe de Asturias.
Los Premios Príncipe de Asturias son unos galardones internacionales, los más importantes del mundo hispano, entregados por el heredero al trono de España, para el fomento de la cultura, la ciencia, la cooperación y la concordia. Con ellos se pretende reconocer la labor llevada a cabo por personas, instituciones o entidades en el ámbito internacional, tanto en las áreas humanísticas, sociales y culturales, como en la ciencia y la técnica. Se conceden en ocho categorías: Artes, Letras, Comunicación y Humanidades, Ciencias Sociales, Investigación Científica y Técnica, Deportes, Cooperación Internacional y Concordia.
Estos Premios, declarados por la UNESCO en 2005 como de «excepcional aportación al patrimonio cultural de la humanidad» tuvieron su primera edición en 1981 y hasta el 2014 se denominaron “Premios Príncipe de Asturias”, periodo en el que ostentaba Don Felipe de Borbón y Grecia el título de Príncipe heredero. En 2014 Don Felipe pasó a asumir la Corona con el título de Felipe VI y su hija, la princesa Doña Leonor de Borbón y Ortiz, pasó a ser la Princesa de Asturias, razón por la cual, tanto la Fundación organizadora como los Premios, pasaron a denominarse “Princesa de Asturias”.
Me une a estos galardones el hecho de haber compartido escenarios y vivido el protocolo de los mismos desde sus primeros tiempos, los años ochenta. En aquellos años conocí y compartí con mi amigo Felio A. Vilarrubias i Solanes (1921-2019) conocimientos y prácticas sobre Relaciones Públicas y Protocolo. A Felio, sin duda alguna le podemos considerar, por merecido, ser el “padre” del protocolo moderno. Tuvo un papel esencial en el protocolo español, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, con la organización de grandes eventos de Estado y con el paso de las precedencias de la dictadura al protocolo de la democracia española. Sus aportaciones marcaron un antes y un después en el amplio y apasionante mundo de la profesión y de los profesionales del protocolo. Él fue, también, el creador de la ceremonia de los Premios Príncipe de Asturias, una de las ceremonias más importantes, a día de hoy y a escala mundial de actos culturales.
La constitución de la Fundación que organiza los Premios se llevó a cabo el 24 de septiembre de 1980, con la firma de la carta constitucional en el Salón Covadonga del Hotel de la Reconquista de Oviedo, acto presidido por el entonces príncipe de Asturias, Felipe de Borbón y Grecia, con la presencia de los reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía. Desde entonces, este lujoso hotel ha sido el alma de los galardones. Un edificio impresionante, construido en el siglo XVIII (1752) que es Patrimonio Nacional y que hasta 1965 fue Hospicio Provincial y residencia de niños para, después de las oportunas reformas, convertirse en el Hotel de la Reconquista, cuyo nombre evoca la gran gesta que, iniciada allí en Asturias, supuso la expulsión de los árabes que en el 711 invadieron el territorio español.
Cada mes de octubre, este templo del saber, el arte, la cultura y el prestigio internacional, se dispone a recibir a los huéspedes más reconocidos, los premiados, y abre sus puertas a recepciones oficiales, medios de comunicación, entrevistas, deliberaciones y jurados de los Premios e, incluso, en alguna ocasión, en su Salón Covadonga se han entregado los Premios, aunque la entrega de estos suele ser en el Teatro Campoamor.
Escenario compartido, decía, porque, salvando todas las distancias, en esa joya de la acústica que es el Salón Covadonga, antigua capilla del Hospicio, con una gran cúpula de 28 metros de altura, de planta circular en el interior y octogonal en el exterior, tuve el privilegio de impartir conferencias y ser uno de los huéspedes del hotel que gustaba de disfrutar de sus instalaciones y, especialmente, del impresionante Patio de la Reina, allá por aquellos años ochenta.
Aunque el protocolo de los Premios sigue siendo, en esencia, el creado por el gran Felio Vilarrubias, la entrega de cada edición tiene sus peculiaridades. Este año, 2022, y sin precedentes anteriores, saltaban al escenario dos de las galardonadas: Carmen Linares y María Pagés. La primera cantaora, y la segunda bailaora y coreógrafa sevillana del flamenco que, durante años, la tuvimos de vecina en Torrelodones, la vimos en multitud de ensayos y ocasiones en el Teatro Bulevar, manejando el mantón al ritmo de su danza. Puede que aquellos mantones no fueran del famoso Taller Calderón, como el que utilizó al recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes, pero contribuyeron a la universalidad de su arte.
Un orgullo español, los Premios Princesa de Asturias, su internacionalidad y sus aportaciones.
Veamos y escuchemos la coreografía Sevilla de la Compañía María Pagés
https://www.youtube.com/watch?v=lzSSFFX6ORI
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© Francisco Aguadero Fernández, 4 de noviembre de 2022