OPINIóN
Actualizado 05/11/2022 09:30:11
Julio Fernández

Imaginemos por un momento que en uno de los actos de homenaje a Miguel Ángel Blanco –asesinado vilmente por ETA- y al resto de las víctimas del terrorismo que se organizan con cierta periodicidad en varias ciudades de España, no asistiera ningún miembro del gobierno de turno y que el presidente Sánchez o quién ostentase el poder en ese momento dijera: “me gusta hablar más de los vivos que de los muertos. Creo que la política debe centrarse más en solucionar los problemas de los vivos y dejar a los muertos en paz”. ¿Se imaginan que pudiera pasar? ¿Se imaginan qué calificativos usaría la derecha contra el presidente de gobierno de turno si no es del PP? Creo que las diferentes respuestas las conocemos; ya se lo hacen, ya insultan así al presidente Sánchez por todas las políticas que impulsa: extremista, comunista, bolivariano, golpista, independentista, amigo de los terroristas, líder de banda criminal, sedicioso y un largo etcétera de “lindos y cariñosos calificativos”.

Por cierto y hablando de sedición -ya que la derecha se ha apoderado de ese tipo delictivo bombardeando e intoxicando a la opinión pública como algo en lo que está participando el gobierno al acusarle de amparar a los “independentistas” catalanes-, ¿conoce la ciudadanía en qué consiste el delito de sedición?. Con la definición que de él hace el Código Penal pueden aclararse mucho las cosas. En su artículo 544 se dice lo siguiente: “son reos del delito de sedición los que, sin estar comprendidos en el delito de rebelión, se alcen pública y tumultuariamente para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las leyes o a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales”. ¿Me pueden explicar quién está incumpliendo la ley –también la Constitución- o mejor dicho, quién está impidiendo la aplicación de las leyes al no querer renovar el Poder Judicial?, ¿quiénes son los sediciosos?. Creo que la respuesta tampoco es demasiado complicada. En consecuencia, Feijóo y señores del PP, ¡no intoxiquen a los ciudadanos, por favor, no mientan, manipulen y engañen a la opinión pública!

Lo que ha hecho Feijóo, Ayuso y Almeida al no asistir al homenaje a las víctimas del franquismo el pasado 31 de octubre y calificar la exhumación de los restos de Queipo de Llano de la Macarena de Sevilla de “que le gusta hablar más de los vivos que de los muertos”, es de una indignidad y de un desprecio sin parangón a las víctimas de la dictadura franquista. Un señor que proclamaba odio públicamente a través de las ondas, en la emisora de Unión Radio Sevilla, que sembraba el terror, que difundía la cultura del miedo a través de la propaganda, que impulsaba las ejecuciones e incluso las violaciones a las mujeres republicanas con frases como “nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombre de verdad. Y de paso también a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas practican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a librar, por mucho que berreen y pataleen”, que se le atribuyen más de 45.000 muertos y viles ejecuciones, un señor así, insisto, debería tener el rechazo de cualquier político democrático decente. ¿Se imaginan que en Alemania cualquier político democristiano de la CDU de Merkel no hubiera condenado o, en su caso, hubiera amparado a cualquier general nazi o al ministro de la propaganda nazi Joseph Goebbels? Feijóo, con sus declaraciones, ha evitado condenar las brutalidades cometidas por Queipo de Llano. Es más, si seguimos las tesis de los políticos del PP cuando acusan a sus adversarios, no condenar es estar de acuerdo, es participar de sus ideales. No obstante, vamos a otorgar a Feijóo el beneficio de la duda y creo que no apoya las proclamas genocidas de Queipo, pero un líder político que no es capaz de actuar con libertad, que no puede sacudirse la presión intolerable de la ultraderecha más rancia, atrabiliaria y casposa encabezada por Ayuso y sus incondicionales adláteres, que ya no actúa como el líder moderado que tenía “etiquetado” cuando presidía la Xunta de Galicia, no puede seguir ni un minuto más en un partido conservador moderado como se definen sus líderes, aunque ya sabemos que los que realmente “mandan” en el PP son los hombres –también las mujeres- de atrás, los que manejan a guiñoles como M. Rajoy o Feijóo. Es decir, los Aznar, Aguirre y Ayuso de turno, los mismos que “pusieron y quitaron a su antojo” a M. Rajoy o Casado y “pusieron y quitarán” –por supuesto- a esta marioneta política que creía –iluso él- que iba a amañar la política estatal como lo ha hecho la gallega.

Y de Ayuso poco más que añadir. Su soberbia e indignidad política no tienen parangón en la historia reciente, sus proclamas públicas de odio y rechazo hacia la izquierda no son más que la versión moderna de las que difundía Queipo. No estaría mal que Feijóo, Ayuso y esta derecha troglodita que predica odio, interiorizase algunas frases de Blas Infante, padre de la patria andaluza y fusilado por orden de Queipo, en 1936, a ver si aprenden un poco: “la única manera de fraternidad es la práctica de la tolerancia”, o la reivindicación de “gobernantes que sean maestros. Estado que sea escuela. Política que sea arte de educación”.

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