El salmantino se recupera de la terrible cornada que sufrió el pasado 28 de agosto en Cuéllar. “El toro es mi vida”, explica.
Manuel Diosleguarde camina firme. Ha vuelto a hacerlo. Cada paso que da es una apuesta de futuro. Está más cerca del sueño. Su actitud es el reflejo de querer siempre, de no decaer, de luchar frente a la adversidad que le impuso la tarde del pasado 28 de agosto en la plaza de toros de Cuéllar. Salió cruz.
Un toro de nombre ‘Caminante’ de la ganadería de Cebada Gago le infirió una terrorífica cornada en el Triángulo Scarpa del muslo derecho. Fue el percance más grave de toda la temporada.
Viene de un calvario. Permaneció ingresado 36 días. Cuatro intervenciones quirúrgicas, dolores, miedo y muchas horas postrado en una cama. Tras varias semanas ingresado en el Hospital Clínico de Valladolid, el diestro fue trasladado el 19 de septiembre al Hospital Clínico Universitario de Salamanca, y allí permaneció hasta el pasado 4 de octubre, que recibidó por fin el alta médica.
Se sincera ahora en una entrevista para SALAMANCA AL DÍA. Quedamos con él a las 11.30 de un miércoles lluvioso. Es puntual a la cita. Se acerca a la Plaza de Julián Sánchez ‘El Charro’ junto con su apoderado, José Ignacio Cascón, a pocos metros de la clínica donde cada mañana acude para cumplir con sus sesiones de rehabilitación. No ha perdido su sonrisa. “Deseo volver a sentir el toro cerca porque es mi vida, si no se me quedaría dentro un vacío enorme. El toreo es mi vida entera”, cuenta.
Has vuelto a la vida…
Sin duda. Desde ese cuatro de octubre en el que el equipo médico me comunicó que me iban a dar el alta mi vida cambió. A veces no valoramos lo que tenemos. Fue la mejor de las noticias, sólo el hecho de pisar la calle y que me diera el aire, ver la luz, dejar atrás esa habitación de hospital… fue un día que recuerdo con mucha felicidad. Fue increíble esa sensación de volver a casa y reencontrarme con toda mi gente, con mi familia… eso está ayudando mucho a la mejoría. Un proceso de recuperación como este tan largo e intenso hace valorar lo que es de verdad importante en la vida. No valoramos las cosas más sencillas porque las tenemos todos los días, pero son las más importantes, y cuando faltan, es duro.
¿Cómo es tu día a día hoy?
Todo está centrado en mi recuperación. Cada día, durante dos horas, voy a rehabilitación, y la verdad es que poco a poco me voy encontrando mejor. Es verdad que a veces las ganas son tan grandes que cuando no veo avances más rápidos me vengo abajo, hay días de todo, pero no me rindo. La rehabilitación me está ayudando muchísimo y por las tardes camino; los médicos me han dicho que es fundamental para el flujo de la sangre y así lo hago. El objetivo ahora con ambas cosas es que la pierna vuelva a coger fuerza, que el músculo se vaya regenerando e intentar que poco a poco el retorno venoso, que es lo que más tenga afectado, vaya volviendo a sí. Es un proceso complejo, pero llegará, no tengo prisa, tengo un invierno largo por delante y quiero recuperarme al 100%.
¿Para volver a torear?
Así es. Volver a torear es el objetivo que no se me va de la cabeza. Es lo que me da las ganas para esforzarme cada día y centrarme en mi recuperación. Lo que más deseo es estar bien, volver a sentir el toro cerca porque es mi vida, si no, se me quedaría dentro un vacío enorme. El toreo es mi vida entera.
¿La opción de dejarlo no ha pasado por tu cabeza?
Nunca, jamás. Yo soy torero, me ha costado muchísimo lograr ser matador de toros y soy muy consciente de los riesgos que tiene esta profesión. Si me pongo el traje de luces y piso una plaza de toros lo hago con todas las consecuencias, las cornadas forman parte de esto. Cada vez que salimos a la plaza nos jugamos la vida, esta es la realidad de este oficio. Esta cornada no me ha hecho replantearme nada, al revés, esta cornada lo único que me ha podido hacer es ser más fuerte, más hombre y más torero.
¿Qué recuerdas ahora de esa tarde del 28 de agosto en Cuéllar?
Recuerdo todo lo que viví ese día, y me quedo con lo bueno. Hasta el momento en el que llegó la cornada, la tarde iba bien, estaban saliendo bien las cosas. Al primer toro le había cortado una oreja, al segundo lo había cuajado, me había encontrado muy bien con él, y surgió el percance. Yo me quedo con lo bueno, es verdad, y es que sumé un total de tres orejas. Lo que vino después ya casi me suena hasta a pasado, aunque no han pasado ni tres meses.
Recuerdo que entré en la enfermería consciente, con muchísimos dolores, eso sí. Me desperté al día siguiente y tengo una imagen de ese día que no se me borra de la cabeza. Me estaba despertando y estaban ahí los sanitarios; se acercó la médica y ya me contó un poco lo que había pasado, pero yo no era consciente de la gravedad. Estaba sedado, la verdad es que no me enteré mucho, fui siendo consciente a medida que iban pasando los días. Fue duro porque además se complicó la situación, tuve una infección que complicaba todo, pero lo que decía antes, es una realidad a la que nos exponemos los toreros.
Qué importante el papel de Marta Pérez, la cirujana que te operó en la enfermería de la plaza.
Muy importante, fundamental. Estoy totalmente convencido de que si ese día Marta no hubiera estado en Cuéllar como cirujana yo no habría salido de esa plaza de toros… es la persona que me ha salvado la vida. Suena muy duro decirlo, pero si estoy hablando contigo aquí ahora es por ella, estoy eternamente agradecido sin olvidarme de todo su equipo y de todos los médicos que han sido partícipes de mi evolución durante todo este año.
El mundo del toro se volcó contigo, ¿te llegaba tanto cariño?
Fue increíble, me enteré de todo eso días después, cuando vi por primera vez a mi apoderado José Ignacio Cascón y me dijo una frase que aún recuerdo: “Tú no sabes la que tienes formada ahí fuera”. Me empezó a contar, y eso me sirvió muchísimo. Estoy inmensamente agradecido a todas las personas que se preocuparon por mí, que me escribieron, que llaman, que están pendientes de mi evolución… he sentido muchísimo cariño de compañeros de profesión, de aficionados, de amigos… y eso me da mucho aliento.
Venías de una temporada importante con una soñada alternativa, con triunfo en todas las plazas que estuviste anunciado…
Sí, esta fue la temporada en la que se cumplió mi sueño de convertirme en matador de toros, además con triunfo. Fue un sueño cumplido poder tomar la alternativa en Santander de la mano de dos figurones del toreo como Alejandro Talavante y Pablo Aguado. Fue un día maravilloso, la verdad es que en general estaba viviendo una temporada muy positiva; tras la alternativa pude presentarme como matador de toros en la provincia de Salamanca y triunfé en Guijuelo que corté tres orejas y otras tres orejas en Peñaranda. Me encontraba muy bien delante de los toros, creo que necesitaba esa alternativa. La gente vio un torero más templado, mucho más cuajado y en ese sentido el toro me vino fenomenal. Me quedo con todas esas sensaciones para que eso me de fuerzas y ánimo para volver el año que viene con más ganas.
¿Te veremos vestido de luces la temporada 2023?
No hay unos plazos cerrados, pero sin duda digo que sí, seguro que así va a ser, no tengo ninguna duda. Teniendo fe y queriendo, todo se consigue.
Por María Fuentes
Fotos: Pablo Angular