Si están disfrutando de una Salamanca muy mexicana con los mexicráneos, déjenme contarles que lo de allá también está de moda por acá, al menos en términos culinarios: las tapas, el jamón, el chorizo… Las vituallas más “gachupinas” gustan… y no crean que en bares de tapas en plan barato, no, son de caché…
Empezaré explicando para lectores de esta orilla que eso de “-ata” es una terminación muy “moderna” de cuando la palabra “moderna” era moderna, o sea, de mis años mozos o antes; acabar así vocablos tradicionales “molaba” –otra modernez… de entonces–; de ahí palabras como cubata (por vaso de cubalibre), tocata (por tocadiscos), fumata (por cigarro… o también usado para referirse a quien fumaba… otras cosas); y pues claro, de nuestro querido bocadillo –primo peninsular ibérico de la mexicana torta o del sajón sandwich– pues salió “bocata”.
O sea, que viene de allá… y de bocadillo.
Y resulta, ya les digo, que lo de allá está de moda por acá… salvo en Palacio Nacional, que es donde vive el presidente, de ascendencia cántabra pero que no lleva muy bien eso de que la Casa Real –actualmente en manos de los Borbones– no le pida perdón por cosas que hace unos siglos de nada hicieron los Austrias… Y además, estos borbones tan rejegos y provocadores le dan premios a mexicanos ilustres… pero que no lo ilustran a él, como es el caso del arqueólogo Matos Moctezuma.
En fin, que me desvío; las tapas, el jamón, el chorizo… las vituallas más gachupinas están de moda… y no crean que han proliferado los bares de tapas en plan barato, no; la moda es en lugares de caché, de esos que dan tapas y demás –en general, bastante tradicionales, o sea, tortilla, calamares, croquetas… y cosas de esas “de toda la vida”– pero a precio de esferificaciones y demás masterchefeces.
Por supuesto, en las cartas de cantinas y restaurantes que a eso se dedican no puede faltar el bocadillo… al que, claro, hay que llamar por su nombre… “moderno”; pero ahí se dieron de bruces con la hipercorrección y, en vez de preguntar, alguien oyó “bocata” en algún viaje a España… o en “La casa de papel” y les debió sonar más bien italiano y femenino, claro, por la “a”.
Tampoco debo ser muy estridente en mi señalamiento porque, como me dijo mi amiga Katia, la del cafecito del “charro” anterior: los japoneses no entienden que le digamos sushi –acá y allá– a lo que ellos llaman maki. Vamos, que en todas partes cuecen habas… y, ya cocidas, habrá quien le diga fabada a alubias con cosas.
En fin, los dejo, que tengo que volver al restaurante en el que hace poco degusté un arroz negro muy rico a comerme una “bocata salmantina”: según la carta, de chorizo ibérico marca “Fermín” –sí, el de allí– y queso gouda. Había bastantes más opciones pero esa tengo que probarla.
Es que, con todo y la dieta, todavía soy más tragón que filólogo… Ya he dicho que sigo siendo gordito… aunque me haya quedado asintomático.
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