Para Esperanza y Juan Ángel
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Mi alma la alojo en el Señor
dejando al descubierto mi adentro
sin nada escondido ni revuelto
ahí en ese espejo de su amor.
Me inclino en sus aguas con ardor
nadando sus caudales con contento
sereno parecido a un convento
que luce en el silencio su esplendor.
El mundo a lo lejos me seduce
pasando en la ventana de mis ojos
con algo que a su encuentro me conduce.
Me llama con dulzor y sus enojos
me torna en respuesta pues le huye
mi alma que en su Dios tiene su antojo.
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Juan Angel Torres Rechy